Al-Isrá wal-Mi’ray, el Viaje Nocturno

Al-Isrá wal-Mi’ray, el Viaje NocturnoEl pasado día 15 de mayo, correspondiente con el 27 de Rayab en el calendario de la Hégira, se conmemoró el Viaje Nocturno del Profeta Muhámmad, que Allah le bendiga y conceda paz, uno de los eventos más significativos e importantes en su vida y, por lo tanto, para la existencia de todos los musulmanes.

El viaje se divide en dos partes claramente distinguidas: el Isrá, que se refiere al viaje desde Meca hasta Jerusalén, y que se menciona en el Corán en el Sura Al-Isrá (17: 1), y el Mi’ray, la ascensión desde la Mezquita Al-Aqsa hasta la presencia de Allah, y que está recogido en el Sura del Astro (53: 1-18).

Este milagroso evento ocurrió durante el periodo de Meca, aproximadamente once años después de la primera revelación en un momento en el que el Profeta, habiendo sufrido rechazo por gran parte de los Quraish en Meca y de la gente de Taif, se encontraba descorazonado por la obstinación de los árabes ante la llamada al tawhid. De acuerdo con muchos ‘ulama, sirvió como consolación y afirmación de su misión y del amor que Allah tiene por él.

Es así cómo durante una noche el ángel Yibril se presentó al Mensajero de Allah con el Buraq, sobre el que fue transportado hasta la Mezquita Más Lejana. Allí se encontró con un grupo de los Profetas, los cuales le pidieron que ejerciera de imam en la oración, dirigiéndolos a todos ellos. A continuación el Mensajero de Allah ascendió, atravesando los Siete Cielos y encontrando en cada etapa a un profeta, hasta alcanzar el Árbol del Loto del Límite, un lugar a dos arcos de distancia, o incluso menos, donde ninguna criatura antes había llegado. En este íntimo encuentro Allah encomendó a Su Mensajero las cinco oraciones y las estableció como obligatorias para los musulmanes, prometiendo que quien cumpla con ellas obtendrá una recompensa equivalente a cincuenta oraciones por día.

El Mensajero de Allah volvió a Meca antes del amanecer e hizo el salah de subh en esta ciudad. Ese mismo día se dirigió a la gente de Meca para anunciarles lo ocurrido, a pesar de que algunos intentaran disuadirle, temiendo que fuera ridiculizado y desmentido. El efecto que produjo su relato entre la gente fue variado. A los creyentes veraces les afirmó su imán, mientras que los menos firmes no fueron capaces de aceptarlo y vacilaron en su Islam. Los enemigos del Profeta encontraron en esta noticia una nueva arma con la que descreditar al Mensajero de Allah. Fue en esta ocasión, sin embargo, cuando Sayyiduna Abu Bakr se ganó el título de As-Siddiq (el que confirma la Verdad), pues cuando le llegaron las noticias lo creyó sin un atisbo de duda.

Existen muchas lecciones que se pueden extraer de tan extraordinario y milagroso evento. La más importante sea quizá la indicación que nos da de la exaltada estación de nuestro amado Profeta y su rango y cercanía con Allah, más aún que el ángel Yibril. Él es el más amado y el más cercano a Allah de toda la creación. En segundo lugar, este viaje demuestra la inestimable valía e importancia de la oración, puesto que es el único pilar del Islam ordenado directamente por Allah al Mensajero sin mediación entre ellos.

Por último, cabe mencionar que nos recuerda las limitaciones de los sentidos y de la ciencia material, pues demuestra que existe todo un mundo que no vemos, Al Ghaib. Es fácil caer en la trampa de creer que la existencia se limita a lo que percibimos con nuestros cinco sentidos, cuando la realidad es que estos nos permiten apenas rozar la superficie de la inmensa creación de Allah. Esto es importante recordarlo en una época de tanta saturación sensorial.

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