Al Ándalus, de la nostalgia a la acción liberadora

Crónica de la conferencia ‘Al Ándalus y su legado de Conocimiento’ celebrada en el Centro de Estudios Islámicos de la Mezquita Mayor de Granada

 

Qué inspirador es encontrarse con un conferenciante tan entusiasta con el tema que le ocupa. Es el caso de Mufti Abu Layth al Maliki, joven profesor en Birmingham (Reino Unido) y hombre ya de un vasto conocimiento (‘alim en diversas Ciencias Islámicas: Tafsir, Usul, Fiqh, Literatura árabe, Gramática y Aqidah, entre otras), un verdadero apasionado de Al Ándalus. Es fácil seguir una presentación así, cuando las palabras del orador llegan a hacerte fácil imaginar el encuentro, con cualquiera de los grandes hombres de conocimiento del pasado andalusí.

Su intervención reunió el pasado 12 de abril a un numeroso público, tanto musulmanes como no musulmanes, atraídos por este emocionante acercamiento a Al Ándalus, basado en el tratado del famoso autor cordobés Ibn Hazm Las Virtudes de Al Ándalus y su gente, una visión de la grandeza del enorme conocimiento producido en esta tierra, que Mufti Abu Layth califica como ‘maravilloso, increíble y ejemplar para todo el mundo’. Porque no hay ninguna ciencia, especialmente las Ciencias del Din, que no haya tenido un gran exponente en Al Ándalus.

Escribió un poeta: “El problema de los recuerdos es que te producen insomnio/Y había una gloria en nuestras manos que ahora hemos perdido”… De alguna manera, ese quebranto histórico –el de haber sido conquistados− no significó sólo la pérdida de un tiempo glorioso, sino de algo aun más profundo: la pérdida del conocimiento.

Dijo el sabio Rundi (de Ronda): “Cualquier cosa en la vida, cuando llega a su punto álgido, sólo puede decaer. Que la humanidad no se engañe con el éxito o el bienestar… Es el fluir de las cosas. Allah hace rotar…”. Ésta es la forma natural de la historia y de la civilización. “Pero cuando una gente se acerca a algo, Allah se acerca a ellos, les concede aquello que buscan”.

“Allah, subhanahu wa ta ‘ala, ha querido que haya aquí musulmanes de nuevo. Y éstos −en palabras del ponente− han de ser conscientes de la enorme responsabilidad que recae sobre sus hombros, ya que, si esa identidad del musulmán de conocimiento no se cristaliza en la sociedad musulmana, uno puede imaginar fácilmente cómo puede desaparecer esa identidad”. Por esto es por lo que toma relevancia en este momento el hadiz del Profeta Muhammad (s.a.w.s.): “La muerte de un hombre de conocimiento puede ser peor que la muerte de toda una tribu”.

“A menudo ocurre que la gente no conoce su potencial hasta que no se encuentra en una situación en que tiene que sacarlo”. Aberrahman al Dájil (el ‘Inmigrado’ o ‘El que entra’) llegó solo a la orilla de Almuñécar, exiliado y perseguido. Habiendo tenido que huir de las tierras de Sham, se dirigió a un lugar remoto, Al Ándalus, donde inició la dinastía Omeya, que no tendría, con el tiempo, rival en el mundo. “¿Se podía imaginar esto cuando estaba completamente desvalido en Damasco?”.

Este ejemplo es una inspiración para todos nosotros, especialmente para los más jóvenes, ya que elpasado se convierte en inspiración siempre que el presente se afirma sólidamente con perseverancia, consistencia, y determinación. Los primeros que establecieron Islam en la península, aquellos que entraron desde el Estrecho junto con los conversos autóctonos, que Allah los tenga en Su Gloria, construyeron mezquitas y mercados. Cimentaron la base de una sociedad que propició el surgimiento de gente tan extraordinaria como Al Xativi, Al Qurtubi, Yusuf Ibn Abdel Barr, Ibn Al Árabi y un tan largo etcétera como quizás ningún otro momento en la historia.

Es necesario desterrar toda posible mirada melancólica hacia Al Ándalus, tanto dentro como fuera de España, que es más freno que avance. Y, por el contrario, fortalecer la posición de los musulmanes desde una alta expectativa y esperanza; reconstruyendo la base de lo social: coherencia y cohesión, excelencia en el comportamiento, confianza y responsabilidad, es decir, todo aquello que podemos hacer cada día en nuestras relaciones personales y en las transacciones comerciales.

Por estas calles transitaron hombres y mujeres de una enorme valía, producto de una sociedad que construye seres humanos. Ante esto, las maravillas artísticas y arquitectónicas como la Alhambra y tantos restos repartidos por toda España, con toda su belleza, no son sino –utilizando las palabras del erudito contemporáneo Sidi Karim Viudes− “los excrementos de camello que va dejando atrás, en su devenir, la caravana”

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