ACERCA DEL AVAL

Entendemos por aval una garantía que respalda el cumplimiento de una obligación contraída, de forma que el avalista se compromete a hacer frente a los compromisos que el avalado ha contraído con un tercero, en caso de que el avalado no cumpla con la obligación contraída.

En la terminología del fiqh se le aplican varios nombres: kafala, ḥamala, ẓa’ama y ḍamana, todos con el significado de ‘garantía o fianza’.

Dice Allah en el Corán: “Cumplid el compromiso con Allah cuando lo hayáis contraído y no rompáis los juramentos después de haberlos hecho y de haber puesto a Allah como garante sobre vosotros; es cierto que Allah sabe lo que hacéis” (Sura de la Abeja, 91). La palabra traducida como garante es “kafíl”.

En la Sura de Yusuf encontramos: “Quien la traiga, tendrá la carga de un camello, yo soy garante de ello”. Y para “garante” se usa la palabra za’im, que es un sinónimo de kafíl.

Un ḥadiz del Profeta, al que Allah le dé Su gracia y paz, dice: Aẓ-ẓa’ímu ghárim, es decir: “El fiador está sujeto al pago (de lo que ha fiado)”.

El aval es de dos tipos: aval con la persona y aval con la riqueza.

El aval con la riqueza está corroborado por la sunna y hay unanimidad sobre él por parte de la primera generación y de los fuqahá, basándose en el ḥadiz mencionado anteriormente.

En cuanto al aval con la persona, la mayoría de los fuqahá sostienen su permisibilidad basándose en el carácter genérico del ḥadiz mencionado.

La diferencia entre uno y otro es: que en el caso del aval con la riqueza, el avalista responde con su riqueza de la obligación contraída por el avalado, mientras que en el aval personal, el avalista garantiza la comparecencia del deudor, llegado el plazo, pero no necesariamente pone su propia riqueza como garantía.

Hay otro aspecto del aval que entraría en otro capítulo del fiqh que son las prendas “ar-ruhun”, que es cuando se avala con una riqueza personal, sin recurrir a un tercero como garante.

El primero que nos ofrece garantías es Allah mismo, sea ensalzado.

Nos garantiza el Jardín, la permanencia en el bien y la visión de Su Faz si llevamos a cabo aquello para lo que nos ha creado: “Y no he creado a los genios y a los hombres sino para que Me adoren. No quiero provisión de ellos ni que Me alimenten. Allah es Quien provee, el Dueño del poder, el Fuerte.” (Sura de Los que levantan un torbellino, 56-58). Y para que podamos cumplir este fin, nos garantiza el sustento. Es decir: nos garantiza este mundo para que podamos conseguir el otro.

El Profeta, al que Allah le dé Su gracia y paz, dijo: “Allah le garantiza a quien lucha en Su camino, y no le hace salir de su casa sino la lucha en Su camino y dar crédito a Su palabra, hacerlo entrar en el Jardín o devolverlo a su casa con la recompensa o el botín que haya obtenido”.

Como dice Shaij Muḥammad Ibn al-Ḥabib, que Allah haya tenido misericordia de él, en su Diwan:

¡Guárdate de preocuparte por la provisión! porque ella es garantía del Creador”.

Se ha transmitido de Ibn ‘Abbás, que Allah esté complacido con él, que un hombre le pidió a su deudor que le pagara su dinero o que le diera un garante, pero no pudo y lo demandó ante el Profeta, al que Allah le dé Su gracia y paz; y el Profeta asumió ser su garante y le pagó el dinero.

En una tradición auténtica del Profeta, al que Allah le dé Su gracia y paz, contó que un hombre de los hijos de Israil le pidió a otro que le prestara mil dinares. Y éste le dijo: “Tráeme testigos que den testimonio”. Y él dijo: “Allah basta como testigo”. Y dijo el otro: “Entonces tráeme un garante”. Y dijo: “Allah basta como garante”. Y dijo: “Has dicho la verdad”. Y se los entregó para que se los devolviera en un plazo determinado. Y el receptor del préstamo se embarcó en el mar.

Una vez satisfecho su menester, buscó una embarcación para poder volver en el plazo acordado y devolver la deuda, pero no la encontró. Entonces tomó un trozo de madera, lo perforó y metió en él mil dinares y un escrito dirigido a su compañero y lo selló. Luego lo llevó al mar y dijo: “¡Oh Allah! Tú sabes que le pedí prestado a fulano mil dinares y él me pidió un garante, y yo le dije: “¡Allah basta como garante!”. Y él te aceptó. Y me pidió un testigo, y yo le dije: “¡Allah basta como testigo!”. Y él Te aceptó. Y sabes que me he esforzado en encontrar una embarcación para enviarle lo que le corresponde, pero no la he encontrado, así que lo deposito en Ti. Y lo arrojó al mar hasta que se alejó en él. Luego se fue y siguió buscando una embarcación para volver a su tierra.

Mientras tanto, el hombre que le había hecho el préstamo salió a ver si veía alguna embarcación que volviera con su dinero y encontró la madera en la que estaba el dinero y la tomó como leña para su familia. Y al serrarla, encontró el dinero y la hoja.

Luego vino aquel al que le había prestado trayéndole mil dinares y dijo: “¡Por Allah!, que he estado esforzándome en buscar una embarcación para traerte tu dinero, pero no he encontrado ninguna embarcación antes de ésta en la que he venido”. Y dijo el otro: “¿Me habías mandado algo?”. Dijo: “Como te he dicho, no encontré embarcación antes de aquella en la que he venido”. Dijo: “Pues Allah ha cumplido por ti lo que enviaste en la madera”. Y así se fue con los mil dinares, habiendo cumplido.

¡Allah es el mejor garante!

Para nosotros, los musulmanes, ofrecer una garantía es un acto de misericordia y generosidad de quien tiene hacienda o influencia, hacia quien necesita que le den crédito, confianza. Y se puede ejercer incluso en favor de los difuntos. Un ḥadiz transmitido por Ŷabir, que Allah esté complacido con él, dice: “El Mensajero de Allah, al que Allah le dé Su gracia y paz, no rezaba la oración de difuntos por nadie que tuviera una deuda. En una ocasión le trajeron un difunto y preguntó: ‘¿Tiene alguna deuda?’, y le dijeron: ‘Sí, dos dinares’. Y dijo: ‘¡Rezad por vuestro compañero!’. Y dijo Abu Qatada al-Anṣarí: ‘Yo asumo los dos dinares, Mensajero de Allah’. Y el Mensajero de Allah, al que Allah le dé Su gracia y paz, rezó por él”.

Lo que para nosotros es un acto de misericordia y generosidad para los banqueros y afines es un tentáculo más de los tentáculos de la usura. Una garantía −o aval− ligada a un contrato usurero no es válida, al igual que no es lícito cobrar remuneración alguna a cambio de dar un aval.

La reflexión, una vez más, es que las transacciones a la luz de nuestra sharía son misericordia y entran dentro de lo que complace a Allah; mientras que fuera de ella, son una imposición que nos agobia, nos humilla y nos mantiene en esclavitud.

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