Abu Ahmad Yafar Ibn Sidi Bunuh Al Juza de Cocentaina

Abu Ahmad Yafar Ibn Sidi Bunuh Al Juza
Panorámica de Cocentaina, Alicante.

“El horno está preparado y la masa ha subido” dice el discípulo. El Sheij, que ese día recibía una visita, no presta atención. El discípulo vuelve a decir lo mismo. El Sheij no le atiende. El discípulo insiste: “el horno esta preparado y la masa ha subido”. El Sheij se vuelve y le contesta secamente: “pues ponte tú en el horno”. Aquel hombre que había abandonado su voluntad a la de su maestro penetra en el horno y toma asiento en él, imbuido en el dikr de su Señor.

Cuando el maestro queda libre de sus visitantes hace llamar a su discípulo. Los próximos lo buscan y lo encuentran en el centro del horno. “El maestro quiere verte” le dicen, y él contesta: “estoy aquí por deseo del Sheij. No saldré hasta que me lo diga él mismo”. Al conocer esto, el maestro se apremia y va a verle antes de que se tueste. Cuando el maestro  llega, ve al prodigio y le dice: “has llegado, estás entre nosotros. Oh Abu Ahmad sal de tu horno”.

El discípulo era Abu Ahmad Yafar Ibn Sidi Bunuh, conocido como Sidi Bono de Cocentaina. El maestro era Sheij Sidi Bumedian Al Gawz de Cantillana, Sevilla.

Este acontecimiento ocurría en Bujía, Argelia, en la zawiya donde enseñaba el gran maestro andalusí, y fue el testimonio explícito de la baraka con que ambos hombres de Allah habían sido investidos en sus vidas.

Sidi Bono había nacido en el sharq de Al-Ándalus, en las montañas de Alicante, cerca del pueblo llamado Benifato, en la taifa de Denia, el año de la hijra de 524, correspondiente al 1129 del calendario gregoriano. La finca de su familia se denominaba Qaryat Zanita, que pasó después a la toponimia como Adzeneta. Aparte de la instrucción familiar, que fue de elevado nivel, estudió en Valencia con el gran maestro Ibn Hudayl, del que recibió las siete lecturas Coránicas y con Ibn Ni´ma que le instruyó en las ciencias del Din. Según nos refiere Ibn Al Jatib, de Loja, prefería las ciencias del fiqh, el tafsir y el hadiz sobre las demás. También se dice de él que llego a memorizar la mitad de la “Mudawwana” de Sahnun.

Después del suceso narrado, y con permiso de su maestro, inicia la peregrinación a la casa de Allah. Encontrándose con el gran sufí Sheij Ahmad Al-Rifai, el cual le invistió con la jirka, símbolo de los sufís orientales.

A su vuelta se dirige de nuevo a Bujía, a fin de contrastar con Sidi Bumedian algunos aspectos de las vivencias y visiones que el viaje le había proporcionado. Ya en la zawiya, el Sheij, tras varios días en que un grupo de visitantes esperaban respuestas a una serie de cuestiones problemáticas, llamó a Sidi Bono. Lo sentó en su alfombrilla de la oración y le pidió que contestase a esas cuestiones de las que esperaban respuestas. Las respuestas ofrecidas fueron altamente edificantes para la concurrencia. Al terminar, Sidi Bono se dirige a Sidi Bumedian diciéndole: “oh mi Sheij, es de ti de quien vienen mis respuestas y mi saber, y no he sido sino un instrumento de tu palabra. En cuanto a mí, no poseo nada. De lo que hablo viene de ti y es tuyo. Soy como el muerto en manos de quien lo lava”. Sidi Bumedian le responde: “tú has venido para que conozcamos a Allah y es por ti que lo conocemos. Ahora eres un Sheij, ve a tu tierra y que Allah te asista en tu misión de guiar a tu gente”.

Con esta indicación volvió Sidi Bono a las tierras de su familia, en el valle de Guadalest, y construyó una zawiya en las tierras de Adzeneta. Desde este enclave en las alturas de la sierra alicantina, realizó su trabajo en el sabil de Allah. Su Tariqa se extendió por todas las tierras de Al-Ándalus, viniendo a él una constelación de seguidores que la llevaron después a Egipto y al Magreb sur.

Viajaba con frecuencia, especialmente por las regiones próximas del oriente ibérico, y tuvo encuentros que nos han llegado de manos de aquellos bienhallados.

Ibn Al Arabi al Mursi, el Sheij Al Akbar, lo encontró en Murcia en 525 (1199) y lo reconoce como “el único de su época”. Confirmación que le había hecho Sidi Bumedian la última vez que lo vio al acudir a su requerimiento, en Bujía, unos años antes de morir.

Ibn Al-Abbar nos cuenta que lo encontró en Valencia, en la celebración de mitad del mes de Shaban, en el año 611 (1214), en la noche de Lailat al-bara´a, explicando tafsir coránico.

Según el Kitab at-Tabbaq, la tariqa de Sidi Bono tenía diez reglas como base. Cinco de comportamiento: el dikr (invocación), el sama´ acompañado de invocación y awrads, futuwwa (preferencia por el otro sobre uno mismo), generosidad entre los hermanos y visitarse. Y cinco de perfección interna: la pureza del tawhid, sinceridad, honestidad en la ganancia, la contención de manos y pies y el control de los deseos.

Sus muridin, seguidores, bajo la presión de la conquista ejercida por los seguidores de  Roma, como muchos musulmanes, habían emigrado al reino de Granada, donde Sidi Bono les visitó en 614. Después de esta salida, regresó a su zawiya donde murió y fue enterrado en el año 624 (1226). Su tumba se convirtió en un lugar de encuentro y referencia para los musulmanes y posteriormente para los moriscos. Hasta que el santo oficio prohibió toda visita y reuniones en aquel lugar.

De su descendencia, que hubo de emigrar a Granada tras un breve paso por Elche, surgieron grandes qadis y hombres de Allah. Algunos de sus descendientes fueron asimilados en la nueva sociedad granadina, pero su secreto fue enterrado en el desierto. Y  ahora brota de nuevo en un oasis de rosas y en la juventud de los nuevos sufís de Andalucía.

Siguiendo el rastro de las fuentes históricas en árabe, desde la Universidad de Alicante, se identificó el lugar de su tumba. Habiendo llegado a nosotros esta información, por indicación de Sheij Abdalqadir As-Sufi, la visitamos a principio de los noventa, siguiendo las huellas de aquellos que habían cruzado las líneas cristianas para hacer dos rakas en la zawiya de Sidi Bono.

Pasados ochocientos años de su muerte, nada sabíamos directamente de sus enseñanzas; pero la aparición en 2005 de un único manuscrito del Kitab Ash-Shihab, única obra conocida de Sidi Bono, en la zawiya de Sidi Ahmadu Musa, próxima a Marrakech, ha devuelto, desde su edición y estudio, a nuestro conocimiento la actualidad de este gran maestro. Se abre de nuevo la puerta de su baraka a través de su palabra directa por siglos guardada. Y Allah es el que continúa y da continuidad.

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