Hace más de seiscientos años, en el 808 hiyri o 1406 gregoriano, Ibn Jaldún recopiló su famosa introducción a la ciencia de la historia, Al-Muqaddima. Entre los asuntos que trató estaban los avances intelectuales en el Islam en relación a la civilización en general. En el pasado, las perspectivas teóricas de Ibn Jaldún sobre el desarrollo de las civilizaciones se han considerado únicas en la historia de la erudición islámica. Pero aparte de su método, inusualmente sistemático y consistente, representa claramente la transmisión del pensamiento sobre las civilizaciones a lo largo de muchos siglos. Aunque es discutible, la diferencia más significante entre Ibn Jaldún y sus predecesores es más formal que substancial. Muchos de sus puntos de vista analíticos se pueden atribuir a grandes eruditos antes que él, aunque él fue, claramente, el más exitoso a la hora de sistematizar los principios de análisis civilizacional, o, como él lo llamó, ‘ilm al-‘umran. Cuando examinamos su análisis de la historia de los madhabs en el amplio contexto social, también se hace evidente que las preguntas que le preocupaban siguen siendo relevantes hoy en día.
Ciencia en la sociedad
La perspectiva de Ibn Jaldún sobre el significado social del conocimiento se resume brevemente. La habilidad para pensar (fikr) permite al ser humano encontrar formas de buscarse la vida y establecer cooperación (ta’awun), lo que él considera el estado inicial del desarrollo social. También deja claro que la forma más importante de conocimiento es la Revelación, transmitida por los Profetas, que es la fuente principal de guía para la humanidad. A través de su capacidad para pensar el hombre está preparado para aceptar la guía divina, y a través de la cooperación se hace posible su implementación social. Así pues, la religión divina es un fundamento necesario para una organización social sana, a la vez que funciona dentro de unos parámetros básicos compartidos por todas las gentes y sociedades, ya sea la Revelación la fuente de sus leyes y conductas morales, o no.
Otro aspecto importante de la visión de Ibn Jaldún es que todas las ciencias son oficios (sana’i), que son perfeccionados y trasmitidos a través de la práctica (malaka) y la instrucción científica (ta’lim). Esta observación es fundamental para la visión clásica del desarrollo de los madhabs, que surgieron como gremios de fiqh y que han permanecido siendo esenciales para la comunidad musulmana por su propia naturaleza ininterrumpida de transmisión de la fuente original.
Las autoridades más importantes de las disciplinas científicas del Islam establecieron sus tradiciones particulares a la hora de perfeccionar su oficio en las que todos tenían su propia metodología y terminología técnica. Esto aparece, por ejemplo, en los madhabs de fiqh, todos los cuales tienen su metodología y terminología particular y sus autoridades fundacionales propias.
Otra apreciación fundamental es que una ciencia, al igual que cualquier oficio en la sociedad, se desarrolla cuando aparece una necesidad de ella. Ibn Jaldún explica la aparición y formalización de las ciencias del hadiz, fiqh y sufismo con referencia a la necesidad de afrontar las necesidades de la comunidad musulmana en esa época. Oficios y ciencias son a la vez productos y productores de una civilización. Sin embargo, el papel de las ciencias no acaba ahí, su comunidad es el medio por el que ese estado de civilización se mantiene y desarrolla. Este papel fundamental en la representación y producción de conocimiento social, a su vez, regula lo que se puede saber, pensar y practicar dentro de ciertos contextos políticos, sociales, económicos e intelectuales. Estas perspectivas sobre las relaciones de poder expresadas a través de la ciencia son lo que se llamaría hoy en día “discursos sobre el conocimiento”.
Tipología de las ciencias
A pesar de que muchas ciencias coinciden en parte y comparten ciertas metodologías, Ibn Jaldún las clasifica en dos: las basadas en el raciocinio y las transmitidas por la Revelación. Así clasificó las ciencias de su época en dos amplias categorías: las ciencias filosóficas y las ciencias tradicionales de transmisión. Las describió como “una natural, del ser humano, hacia la cual es dirigido por medio de su propia capacidad de pensar; y otra tradicional, que aprende de aquellos que la iniciaron”.
Siguiendo la perspectiva general de Ibn Jaldún sobre las ciencias en la sociedad, se puede argumentar que, debido a que la ciencia del fiqh está basada en transmisión y que sus continuadas metodologías son racionales, es la disciplina que refleja de manera más clara el desarrollo histórico general de las sociedades musulmanas. He aquí por lo que pone tanto énfasis en la importancia de conocer sus orígenes, desarrollo y funciones contemporáneas dentro del amplio contexto de la historia de las civilizaciones.
La historia de los madhabs
La perspectiva de Ibn Jaldún sobre el desarrollo del fiqh se puede dividir en al menos cinco distintas fases: 1ª, la fase de ikhtilaf; 2ª, la fase pre-científica; 3ª, la fase de tres madhabs; 4ª, la aparición de cuatro madhabs y la extensión del taqlid; y 5ª, la expansión geográfica de los cuatro madhabs.
En primer lugar remonta los orígenes de los cuatro madhabs a la existencia natural de diferencias de opinión (ijtilaf) entre la gente de conocimiento cualificada para hacer juicios tras la muerte del Profeta, que Allah le bendiga y conceda paz. En esta época el fiqh no era una ciencia especializada. A la gente con conocimiento sobre el Corán, sus significados y dictámenes legales se la conocía como al-qurra, los recitadores. Sin embargo, cuando el alfabetismo se propagó dentro de la civilización musulmana, hubo una transición de los al-qurra a los fuqaha y ‘ulama, en el sentido específico de juristas y eruditos de las ciencias religiosas. Esto es el principio de la segunda fase, conocida como la fase pre-madhab.
De acuerdo con Ibn Jaldún, las ciencias, al igual que los oficios, son una característica de las culturas sedentarias. Puesto que esta no existía, o al menos era muy poco común entre la mayoría de los árabes, eran los no-árabes quienes sobresalían en el desarrollo de estas ciencias tempranas. Ibn Jaldún se refiere a los filólogos de ascendencia persa, tales como Sibawayhi, al-Farisi and az-Zayyay. Asimismo, hace notar que muchos de los árabes que abandonaron la cultura beduina pertenecían a la alta sociedad de los musulmanes. Esto significa que se sentían atraídos por la política en lugar de la erudición, que se dejaba para aquellos cuyo origen no era árabe. Nuevas generaciones de eruditos de diversos orígenes desarrollaron diferentes métodos y enfoques para el estudio del fiqh, que emergieron como gremios formados en torno a un maestro cuyos estudiantes sistematizaron el conocimiento en diferentes escuelas de pensamiento.
En esta tercera fase, los fuqaha desarrollaron dos enfoques diferentes. Un enfoque se apoyaba en el uso de la opinión considerada (ra’y) y la analogía (qiyas), y era representado por la gente de Iraq, conocidos como ahl ar-ra’y, cuyos seguidores se centraban en torno al Imam Abu Hanifa (f. 150/767). El otro enfoque, asociado a la gente del Hiyaz, enfatizaba el hadiz y la tradición transmitida. El principal erudito era Imam Malik (f. 179/795), y tras él, Imam Ash-Shafi’i (f. 204/820). Ibn Jaldún menciona también el madhab Dahiri, hoy en día extinto, que se desarrolló en torno a Dawud b. ‘Ali (f. 270/883) y su hijo (f. 297/909), quienes restringieron las fuentes de la ley a los textos y el consenso general (iyma’). Sin embargo, enfatizando la centralidad de la transmisión viva, declara que a aquellos que intenten aprender el sistema de fiqh Dhahiri después de haber desaparecido se les considera innovadores, puesto que “aceptan el conocimiento de libros para el cual no existen llaves proporcionadas por maestros”.
En la cuarta fase, únicamente permanecieron los enfoques de ahl al-hadith y ahl ar-ra’y. Estos fueron representados por los cuatro madhabs, que llevan el nombre de sus principales juristas: Abu Hanifa, Malik, Ash-Shafi’i y Ahmad b. Hanbal (f. 241/855). La terminología técnica se volvió muy diversificada, y desarrollados complejos de erudición hicieron muy difícil que generaciones posteriores consiguiesen llegar al nivel de poder emitir juicios independientes (iytihad). De esta manera la cuarta fase se caracteriza por el taqlid (imitación). Cuando Ibn Jaldún menciona el cierre de “la puerta de diferentes opiniones y métodos”, se refiere a la imposibilidad de crear un madhab después de los cuatro establecidos.
Finalmente, Ibn Jaldún analiza la expansión geográfica de las cuatro escuelas y sus posteriores contextos sociopolíticos en una manera que ejemplifica cómo los eruditos clásicos trataban cuestiones similares a las que se presentan a los historiadores modernos.
Pasado y presente
Está claro que el análisis de Ibn Jaldún sobre la aparición de los madhabs representa en sustancia la perspectiva de la mayoría entre los ‘ulama a lo largo de la historia, a pesar de que la forma y los detalles pueden haber sido diferentes dependiendo del contexto político y científico. Cuestiones similares que emergen de la dinámica intelectual y sociopolítica que atañían a Ibn Jaldún aún afectan a la comunidad musulmana, y una comprensión de cómo los eruditos clásicos trataron con estas cuestiones dentro de su propio contexto puede por lo tanto proporcionarnos los instrumentos necesarios para hacer frente a los retos que nos encaran.