A pesar de esto se dice comúnmente que un consumo moderado no es pernicioso y es una práctica social muy extendida, cada vez más entre los jóvenes que se inician cada vez más jóvenes en su consumo. En el Corán encontramos la siguiente aleya (versículo):
“Te preguntan sobre el vino y el juego de azar. Di: En ambas cosas hay mucho daño para los hombres y algún beneficio, pero el daño es mayor que el beneficio” (2:219).


El paisaje de los “botellódromos”, con miles de jóvenes reunidos con la única razón de beber hasta perder el conocimiento y con policías y ambulancias esperando para recogerlos cuando les dé un coma etílico debería ayudarnos a ilustrar esta cita.
A propósito de los jóvenes y de la ley aprobada en Turquía para prevenir el consumo (título de este artículo y de la cual hablamos un poco más abajo) Tayyip Erdogan dijo: “No queremos una generación que beba día y noche y que se eche a perder. Los jóvenes deberían estar espabilados y armados de conocimiento. Esa es la generación que queremos y estamos dando pasos en esa dirección”.
La enmienda a la ley sobre la venta y publicidad del alcohol en Turquía incluye que los productores tendrán que incluir etiquetas avisando de los riesgos del consumo –igual que ya se hace con el tabaco–, estará prohibida la venta entre las 10 pm y las 6 am, la compañías productoras estarán vetadas de patrocinar eventos y los lugares donde se venda alcohol no podrán mostrar abiertamente la bebidas. Tampoco se podrá vender alcohol a menos de cien metros de una mezquita o un centro educativo. Estas medias pretenden continuar el éxito de las ya tomadas, que imponen altos impuestos a las bebidas alcohólicas, y otras similares, que han reducido un tercio el consumo, tal como ha dicho el viceprimer ministro Bülent Arinç.