“Two things in life are inevitable: death and taxes.” Benjamin Franklin
Crisis financiera
La crisis financiera actual es un fenómeno global. Las distinciones entre Oriente y Occidente, Norte y Sur se están convirtiendo, cada vez más, en un dato irrelevante. A medida que el mundo se precipita hacia, lo que un reciente informe patrocinado por la NASA denominaba como, “un colapso irreversible” cuyo origen es «la sobreutilización de los recursos debido a la tensión que se ha puesto sobre la capacidad total del ecosistema” y “la estratificación económica de la sociedad en élites (ricos) y pueblo (pobres)”. Redireccionar esta “estratificación económica” se está convirtiendo, cada vez más, en un asunto de máxima urgencia por el bien de todos. Como vamos a analizar, el sistema tributario contemporáneo contribuye sustancialmente a la estratificación económica. Pero ¿cómo hemos llegado hasta aquí?
La autoridad y la dinastía de la realeza
Comúnmente se esgrime que la perdición de la civilización europea es la monarquía y que el deterioro de la civilización musulmana comenzó con el establecimiento de la monarquía y el desvío de fondos para mantener los lujos de estas élites. Ibn Jaldún argumenta la necesidad de la autoridad real. Puesto que un objetivo fundamental del Islam es la aplicación de la ley, sin el cual la justicia es imposible, la autoridad real como guardián de la ley debe ser respetada por el bien de la propia ley. Este es un argumento central en la tesis de Ibn Jaldún.
No obstante, dada la capacidad humana para la codicia, la envidia y el resentimiento, siempre se ha dado el caso de que muchos habitantes de palacio nunca entendieron el papel necesario de la autoridad real en el mantenimiento de la ley y la sociedad, llegando a considerar estos fondos reales como su prerrogativa personal. Segmentos importantes de la población anhelaban la forma de vida que percibían en reyes y sultanes. En Europa, esta envidia latente contribuiría sustancialmente a la siguiente fase, el nacimiento del Estado Moderno.
El Estado
El Estado es un fenómeno europeo que se ha universalizado hasta tal punto que se llega a afirmar la necesidad de un “Estado islámico”.
Con la ruptura del orden europeo del Imperio de los Habsburgo y la Iglesia católica romana durante las luchas que provocó la Reforma, se logró una resolución a la terrible Guerra de los Treinta Años a través de una serie de tratados conocidos como la Paz de Westfalia, en 1648. Se definieron los Estados de acuerdo a pueblos soberanos, ya fuesen protestantes o católicos, en lugar de la definición universal anterior que representaban los Habsburgo y la Iglesia.
En este orden social y político, el sistema tributario estaba representado por el sistema feudal y el diezmo. La Iglesia tomaba el 10% de los productos agrícolas, vestigio de su antigua función amparadora de pobres y necesitados. Los Habsburgo obtenían sus impuestos por el sistema feudal, en la que los campesinos sufrían la peor parte.
El siguiente paso de disposición política tuvo lugar durante la Revolución francesa 1789-1799. El Estado, de ahora en adelante, dejaba de girar en torno al soberano para hacerlo en torno a la “nación” o “el pueblo”, en este caso la nación francesa. Aunque esta entidad fuese una realidad espuria. Francia estaba habitada por una gran variedad de pueblos con culturas y lenguas diferentes. Como Ian Dallas demuestra en su obra maestra La hora del beduino, una consecuencia del planteamiento de “nación” fue el genocidio de los que no encajaban en el perfil nacional. Más allá del exterminio de la aristocracia, la Revolución se volvió contra grupos inconvenientes en Francia y los eliminó de las formas más terribles.
Este patrón se ha visto repetido siempre que la fiebre por el Estado nación ha mostrado sus síntomas. Fue uno de los factores determinantes en la desintegración del Gobierno osmanlí. Cuando serbios, croatas, bosnios, macedonios, griegos y albaneses se rebelaron en su deseo de crear Estados nacionales independientes el resultado fue el exterminio o expulsión de las poblaciones que no encajaban dentro del paradigma nacional. Este factor también es diferenciable en Turquía, que pasó de ser una tierra con una rica mezcla de musulmanes, cristianos y judíos, y una forma de gobierno que absorbía fácilmente a kurdos, albaneses y armenios, a una entidad casi exclusivamente turca con un “problema kurdo”.
En Europa, este desarrollo fue acompañado por la aparición de las clases medias, que aspiraban a una parte del lujo que imaginaban que disfrutaban la realeza y la aristocracia. Todo el mundo quería su porción del pastel, ingresos del Estado, y cuando esto no era posible, comenzaron a incrementarse los clientes de los bancos, que paulatinamente avanzaban hacia la vanguardia de la vida cívica.
Con la transformación global que provocó la Revolución Agrícola y el aumento de las poblaciones rurales en las nuevas ciudades y megalópolis, el Estado asumió nuevas responsabilidades, convirtiéndose, junto con las grandes empresas, en empleador y sustentador de las poblaciones masivas. Hoy en día, dentro de la Unión Europea, más de la mitad de la población trabaja para el Estado, incluyendo también a aquellos que están en el paro. Por lo tanto, las imposiciones tributarias son defendidas y necesarias por y para muchos, ya que contribuyen directamente al medio de vida de gran parte de la nación.
La banca
Paralelamente al nacimiento de los Estados crecieron los bancos privados y los bancos nacionales. Estas dos instituciones se convertirían en inseparables, para financiar los gastos del Estado y, como consecuencia, ingresar una parte sustancial del presupuesto nacional como pago al “servicio de la deuda”. En el Reino Unido, “en 2012, el costo anual del servicio de la deuda pública ascendió a unos 43.000 millones de libras esterlinas…. Cada hogar en Gran Bretaña paga un promedio de alrededor de 2.000 libras al año en impuestos para financiar los intereses”, (www.debtbombshell.com). Asimismo, la economista Margrit Kennedy calcula que casi el 45% del precio que pagamos por cualquier cosa que necesitamos en nuestro día a día es debido a los intereses compuestos.
Este análisis esta encapsulado en un contexto dentro del cual el Estado exime de impuestos a las grandes riquezas y compañías, mientras que grava a aquellos que la Sharía define como necesitados. Una persona necesitada es alguien que no puede ganarse la vida, incluso si es propietario de su casa, tiene un negocio o está empleado. Un gran número de trabajadores en el mundo contarían hoy en día como necesitados y no tendrían que pagar el zakat; al contrario, serían candidatos para recibirlo.
Esta situación arroja algo de luz sobre la hostilidad inexplicable que muestran gran parte de los medios de comunicación y las clases políticas sobre el Islam y los musulmanes, que se perciben como hostiles a los intereses políticos y económicos debido a su oposición a las finanzas usureras y su política del zakat que grava a los ricos y no los pobres. Sin embargo, el Islam no incita a un resentimiento socialista contra el poder y la riqueza, sino que honra a ambos. La protección de la propiedad y la riqueza es uno de los valores fundamentales del Islam y los musulmanes. De hecho, podría decirse que muchas de las dificultades que los musulmanes están sufriendo se deben a su falta de comprensión de la banca y las finanzas, que se basan en el dinero fíat y la usura.
En este punto, nos preguntamos: ¿qué propone el Islam sobre estos temas?
Los impuestos
Los impuestos, según el Islam, están representados en dos categorías: la primera, basada en el establecimiento del zakat: su recolección, recaudación y distribución; la segunda, basada en la prohibición de los impuestos sobre el comercio, a excepción de los aranceles aduaneros sobre los comerciantes de fuera de la organización política musulmana. An-Nawawi, uno de los eruditos universales de la enseñanza islámica, dijo: “Maks es un acto de desobediencia y una mala acción mortal”. Maks es un porcentaje, por lo general del 10%, que se aplica a los comerciantes por su actividad en el mercado. En otras palabras, una especie de IVA, salvo que el IVA europeo es ahora más del doble de esta cantidad. De acuerdo con la Sharía, la única razón legítima para cobrar impuestos a comerciantes por su actividad en el mercado sería para el propio mantenimiento de éste u otras causas excepcionales, ya que toda actividad en el mercado es, y debe ser, libre de costo alguno.
Zakat
Una razón de ser fundamental de la forma de gobierno musulmán es que hace posible los aspectos obligatorios, como pueden ser la oración o el pago del zakat. En el zakat, la persona de autoridad recoge la riqueza y la distribuye entre las ocho categorías legales definidas en el fiqh. A pesar de que el zakat, en sí mismo, quizás no resuelva todas las necesidades o nivele la desigualdad entre ricos y pobres, es una forma de elevar esta necesidad social al rango más alto. Como la mayoría de las obligaciones individuales, es mejor que el zakat sea realizado de la forma más publica posible, para que, como en el caso de la justicia, no solo se haga justicia, sino que también “se vea que se hace”. Suponemos que el lector comprende que la “persona de autoridad” puede ser desde el líder de una pequeña comunidad musulmana a un rey o sultán que gobierna un vasto territorio.
El zakat no es sólo una obra de caridad voluntaria, como tampoco es parte de los ingresos del Estado. No se puede usar para los gastos del Gobierno o sus proyectos, por muy dignos que sean. La única excepción es para aquellos que recogen y distribuyen el zakat, ellos sí deben de recibir una parte. El zakat puede incluso no ser utilizado para proyectos nobles e importantes, tales como la construcción de mezquitas, madrazas, hospitales o carreteras, sistemas de alcantarillado y otras infraestructuras. Tampoco se puede utilizar como salarios para el líder y su administración. Debe ser gastado a nivel local y no mandarlo a tierras lejanas, excepto cuando no haya destinatarios válidos a nivel local, una condición extremadamente rara. En caso contrario el zakat podría ser enviado a la localidad necesitada más cercana.
Yizya
Claramente el Gobierno musulmán disfrutaba otras fuentes de ingresos que no eran tan restringidos. La primera de estas otras fuentes de ingresos es la yizya, que es un impuesto sobre los hombres no musulmanes adultos que, ya sea como resultado de una conquista o de un tratado de paz, han llegado a un acuerdo para vivir bajo gobierno musulmán, de acuerdo al contrato conocido como dhimma. Este impuesto se ha convertido en el hueso histórico de la discordia, ya que se percibe como “discriminatorio” y “humillante”, y sin embargo era un pago anual de cuatro dinares, es decir, aproximadamente 600 €. El pago de este impuesto eximía del pago del zakat. El impuesto de la yizya se reducía o se anulaba en casos de dificultades de pago. De hecho, muchos necesitados no musulmanes recibían estipendios del tesoro público (bayt al-mal). Hoy en día, si este impuesto siguiese en pie, podríamos observar colas para pagar un impuesto anual tan bajo.
Jarây
Un impuesto sustancial era el jarây, pagado sobre tierras que habían caído bajo gobierno musulmán, ya fuese por medio de un tratado o por victoria militar. Era más o menos equivalente a la cantidad pagada en zakat por los musulmanes, estando los no musulmanes exentos de pagar el zakat. Durante el califato de Umar, los combatientes que conquistaron grandes territorios quisieron dividir estas tierras y convertirlas en sus haciendas personales, a lo cual Umar se negó. Algunas de las tierras más importantes en términos de ingresos era la zona iraquí conocida como As-Sawad, ricas tierras fértiles que contenían plantaciones masivas de palmeras.
Umar se vio ante la necesidad de administrar grades riquezas, lo que en esencia era una dotación gigantesca (waqf) para el bienestar de la comunidad, y decidió asignar estipendios de acuerdo al rango y prioridad en el Islam, comenzando por las esposas del Profeta, siguiendo por los hombres que habían luchado en la batalla de Badr y así sucesivamente.
Los ingresos provenientes de la yizya y el jarây, al contrario que el zakat, no tienen restricciones en su uso. Estos fondos se pueden usar legítimamente para el bienestar público y para la gestión administrativa.
IRPF – Ḍarība
El termino árabe dariba, impuesto sobre la renta, se usaba y tiene una connotación que se presenta reveladora. En la época clásica era muy común que los esclavos tuviesen habilidades diferentes, y se les permitía trabajar y ser remunerados. Normalmente trabajaban para comprar su libertad. Una parte del acuerdo era que el amo podía negociar el precio de libertad, la dariba, una negociación no del todo descabellada, ya que el amo era el responsable de la vivienda, del vestido y de la alimentación del esclavo.
De hecho, el impuesto sobre la renta se impuso recientemente. En el Reino Unido, se gravó por primera vez en 1799, durante las guerras napoleónicas, como una medida de emergencia, y una vez pasadas las guerras, se rescindió en 1816. El impuesto fue restituido de nuevo por Robert Peel en 1842. Luego sufrió durante años altibajos, siendo restituido y rescindido en casos de emergencia, ya fuese esta militar o presupuestaria. Finalmente, se impuso con la Primera Guerra Mundial y nunca más fue abolido. Una reliquia de su carácter provisional es el ritual anual del presupuesto general del Estado, cuya razón de ser es demostrar que la exigencia que hizo necesaria este impuesto adicional para los ciudadanos sigue vigente. Por supuesto, hay pocas personas que conozcan este hecho y, desgraciadamente, aún menos que llamen a la abolición del impuesto sobre la renta.
Así llegamos a un punto en la historia en el que los impuestos han alcanzado niveles sin precedentes, y, sin embargo, tanto se depende de estos impuestos que se hace difícil objetar. ¿Exactamente quién impone y quién cobra los impuestos, y a quiénes van dirigidos? Por supuesto, la figura de la banca en la ecuación todavía no ha sido clarificada. Sin embargo, el peligro de los impuestos excesivos resulta en detrimento de la sociedad; las actividades culturales y económicas, sobre todo, se ven perjudicadas, arrastrando a toda la sociedad hacia abajo.
Ibn Jaldún sobre tributación excesiva
«… cuando la dinastía sigue los caminos (sunna) del Din, sólo impone los impuestos que han sido establecidos por ley divina, como el zakat, el kharaj y la jizya”.
Y a continuación detalla cómo los impuestos ilegales se van incrementando de forma tan gradual que la gente casi no lo nota, convirtiéndose en una parte aceptada de la estructura económica y social. Pero esta situación puede destruir la sociedad, ya que el deseo de hacer cualquier cosa es inhibida por la carga de los impuestos.
Ibn Jaldún cita ejemplos, como Salah Ad-Din Al-Ayyubi y Yusuf Ibn Tashfin, que abolieron los impuestos excesivos y restauraron los impuestos del Islam. El argumento de este artículo es que rectificar ante la situación de los impuestos, totalmente excesivos y opresivos, y definir el papel de la banca en esta ecuación no sólo es posible, sino imprescindible, tanto para ricos como para pobres, para el futuro de nuestro mundo globalizado.