Demasiado a menudo, cuando nos enfrentamos a dificultades o pruebas, nuestra comprensión pasa a un segundo plano y sucumbimos a la ilusión de que somos los únicos dueños de nuestro destino, los principales actores de nuestras vidas, y que los acontecimientos y las variables están bajo nuestro control. Pasamos nuestras vidas tratando de fortalecer ese control y ampliar su esfera, pensando que cuantos más elementos pongamos bajo nuestro dominio, más podremos moldear nuestro presente y dar forma a nuestro futuro. Caemos en la trampa de pensar que nosotros mismos somos los arquitectos, autónomos e independientes, de nuestro.
En medio del actual temor mundial por la salud, en el que la gente cancela sus viajes a innumerables países, se están prohibiendo grandes reuniones y eventos en numerosos países, y se han cerrado centros de enseñanza en todo el país.
Todos estos eventos, y muchos otros, nos muestran que no importa cuán sofisticados seamos, no importa cuánta riqueza recolectemos, no importa cuán poderosos lleguemos a ser, pues seguimos siendo impotentes, no podemos prevenir los desastres y nuestros intentos de prevenirlos, con demasiada frecuencia, resultan en otros nuevos.
Si oyes hablar de una enfermedad en algún lugar de la tierra, no vayas a ese lugar, y si te encuentras en algún sitio donde está esa enfermedad, no salgas de ahí tratando de huir de esa enfermedad. No pienses que el estar allí será la causa de que esa enfermedad te pase a ti, pero tampoco pongas a otras personas en riesgo. Pero si biológicamente tomamos todas las precauciones posibles, dentro de lo razonable, debemos confiar en Allah.
De igual manera que nos protegemos de las enfermedades, debemos tener cuidado en el momento de procesar la información que recibimos. El ser humano tiene una capacidad de atención limitada y lo que llama nuestra atención tiene prioridad en nuestro pensamiento y experiencia diaria. Los medios de comunicación, tanto los tradicionales como los más nuevos a través de redes sociales, se esfuerzan constantemente por captar nuestra atención y explotar el fenómeno de las «noticias de última hora». Pero si dejamos que estos medios de comunicación decidan a qué dedicamos nuestra atención, estaremos dejando que ellos dicten nuestra experiencia consciente. Sin menospreciar el riesgo que tiene el virus, principalmente para los ancianos y los enfermos, y siendo precavidos en nuestra vida cotidiana para evitar contraerlo o transmitirlo a otros, no podemos dejar que la sobreexposición a la información relativa a este virus acapare toda nuestra atención y dicte nuestra forma de actuar.