FIVASCO celebra su congreso anual en Barakaldo el 14 y 15 de junio
Bajo el título “Musulmanes del País Vasco, identidad y ciudadanía” los días 14 y 15 de junio se dieron cita en la localidad vizcaína de Barakaldo los asistentes al congreso anual de FIVASCO (Federación Islámica del País Vasco). Un centenar de personas, entre público y ponentes, debatieron sobre la convivencia en diversidad de los ciudadanos musulmanes del País Vasco, y sobre cómo afrontan la normalización del ejercicio diario de su libertad religiosa consagrada en la Constitución Española de 1978 y desarrollado por los Acuerdos del año 1992 entre el estado español y las confesiones minoritarias de notorio arraigo en España, entre las que se encuentra el Islam. Dos mesas redondas, charlas y comida en el Centro de Integración Sociocultural, una noche espiritual de recuerdo de Allah en la mezquita de Barakaldo, y la Asamblea general de FIVASCO el domingo por la mañana, completaban un congreso muy animado en el que la organización destacó por su eficacia y hospitalidad. El Presidente de la asociación ONDA (Organización Nacional para el Diálogo y la Participación) y miembro fundador de la Unión Mundial de Ulemas, Shayj Rachid Boutarbouch impartió dos conferencias educativas, una destinada a mujeres y otra para hombres, ya que tuvieron que dividirse por la falta de espacio para albergar a ambos grupos en la mezquita de Barakaldo, ubicada en la Calle de la Felicidad, un nombre muy apropiado para un lugar de adoración.
El corazón partido
Una de las claves para entender la identidad es no considerarla estática, afirmaba Houssein El Ouariachi (filólogo y periodista). “Cuando hablamos de los vascos tenemos que saber que esa no es una identidad que haya permanecido inalterable en el tiempo. Los vascos de hace un siglo probablemente no tengan nada que ver con los de hoy”. Además la identidad tiene unos componentes que “nos viene dado” y otros que vamos eligiendo e incorporando nosotros. “La personas no elegimos dónde nacemos, ni cuál es nuestra lengua y cultura materna, pero podemos elegir la religión, nuestra ideología política, nuestro modo de vida u otros aspectos de nuestra identidad” afirmaba El Ouariachi, quien hizo una autocrítica amable a las propias comunidades musulmanas en su convivencia intercultural con las sociedades donde son minorías. “A veces parece que al musulmán sólo le preocupan sus derechos religiosos. Pero como ciudadano ¿no le deberían preocupar otros derechos como la salud, la educación, el trabajo…? ¿Por qué no vemos musulmanes o musulmanas manifestándose contra los recortes en educación o la privatización de la sanidad pública?” Ouariachi insistió en la idea de ciudadanía. Los musulmanes deben dejar de tener ese corazón partido (entre sus países de origen y el lugar que les acoge como ciudadanos) y apostar por participar en los problemas de sus conciudadanos, en las asociaciones vecinales, en la actividad política y sindical, construyendo país. Si la población musulmana se cierra en sí misma, se vuelve un gheto y entonces no es de extrañar que se produzca un rechazo social. “Si nunca hemos participado en las actividades y problemáticas de nuestro barrio el rechazo estará garantizado cuando propongamos abrir una mezquita: nadie nos conoce, somos extraños para ellos”. Rechazó el modelo Inglés y Francés de convivencia en diversidad, ya que uno representa “mundos inconexos” y el otro “asimilación”. Apuesta por un modelo intercultural en el que ambas partes se transforman desde el momento en que se abren a la convivencia, y el modelo español podría ser ese ya que cuenta con la ventaja única en el mundo de unos buenos acuerdos entre el estado y las confesiones minoritarias. Pero hace falta desarrollarlos.
Centros de culto y símbolos
Adoración Castro (Catedrática de la Universidad del País Vasco y estudiosa de la Diversidad Religiosa) analizó la situación de los centros de culto y los símbolos religiosos en el espacio público, especialmente la vestimenta. Si bien la Libertad Religiosa es un derecho individual y colectivo, esta puede entrar en conflicto con otros derechos y libertades por lo que puede ser restringida, regulada o limitada. En el caso de los centros de culto esa labor recae sobre los ayuntamientos que tienen la competencia en materia de urbanismo. Pueden regular siempre y cuando no acaben haciendo imposible el ejercicio de la Libertad Religiosa, como es lo que ha sucedido en Bilbao, dado que las alternativas planteadas a la construcción de centros de culto en edificios vecinales hacen imposible, en la práctica, la apertura de nuevas mezquitas. Respecto al uso del hijab en los espacios públicos habría que distinguir algunas diferencias entre el caso francés y el español. En Francia el funcionario público es un representante del estado por lo que no puede ostentar ningún símbolo religioso al ser el estado laico. En España los funcionarios tienen derechos y personalidad jurídica propia, por lo que no hay impedimento en que puedan ostentar simbología religiosa, al igual que ocurre en Gran Bretaña, donde un juez sij podría ir al tribunal con su turbante tradicional y es normal encontrar profesoras universitarias ataviadas con hijab. Con la legislación actual en la mano no es de recibo que un reglamento escolar pueda invalidar un derecho como el de una niña a llevar el hijab al colegio, ya que no hay colisión de derechos fundamentales y la pretendida “alteración del Orden Público” debe ser probada y no hipotética.
Bladimiro Allende, ertzaina investigador jefe de la unidad de Seguridad Ciudadana explicó que desde la policía autonómica se está haciendo un esfuerzo por retomar el contacto con el ciudadano, en cierto modo perdido por la situación de violencia terrorista que amenazaba a los cuerpos de seguridad en Euskadi. “Es una nueva ciudadanía más compleja que la de hace 30 años donde es importante que la policía entienda las diferencias culturales”. En este sentido explicó que se tienen en cuenta situaciones especialmente delicadas como las identificaciones preventivas en la calle o el tratamiento de la violencia de género en el ámbito de la inmigración, así como los delitos de odio (racismo y xenofobia) de los que se encarga una nueva unidad.
Para reconocernos
Una de las intervenciones más reflexivas fue la de Francisco Jiménez, Secretario de la Comisión Islámica de España (CIE) y de la Federación Española de Entidades Religiosas Islámicas (FEERI). Citando al noble Corán, Jiménez dijo que el ser humano ha sido creado en comunidades distintas para que puedan reconocerse. “Si fuéramos todos iguales, de un modo determinado, no podríamos ser conscientes de nuestra propia identidad. Nuestra identidad se reconoce en la diversidad de la creación. Una diversidad no sólo de seres humanos sino de criaturas. La diferencia refuerza la identidad”. El ser humano tiene una capacidad distintiva sobre otros seres creados, pero esa capacidad, el intelecto, a la vez que lo hace superior lo hace responsable. Lo que define al musulmán es su acción. “No juzgamos lo que hay en el corazón, eso es un asunto entre el musulmán y Allah, pero sí juzgamos las acciones, porque éstas son reflejo de aquello que llevamos en el corazón”, afirmaba Jiménez.
Por su parte Mounir Benjelloun, Presidente de la CIE y de FEERI recalcó el esfuerzo que hacen las federaciones y la Comisión Islámica para la normalización de la convivencia de los musulmanes en España y el desarrollo de los Acuerdos del 92, que si bien son unos buenos acuerdos, en la práctica han estado sin aplicación. En parte lo atribuye a la falta de voluntad política, y en parte a la desidia de los propios musulmanes “que se quejan mucho, pero que no acuden a los tribunales”. Benjelloun dijo que tenemos la costumbre de esperar a que venga alguien a resolvernos los problemas, pero que tenemos que ser los propios afectados los que iniciemos las demandas. “Por eso es importante conocer nuestros derechos y la Comisión Islámica está haciendo un esfuerzo para que las comunidades se organicen mejor, conozcan sus derechos y deberes, y actúen en consecuencia”. Achacó a la falta de financiación parte de la inoperancia de Comisión. Animó a los perjudicados por decisiones administrativas o de empresas privadas contra sus libertades a que denuncien y no se queden en la mera indignación. Gorka Urrutia, profesor del departamento de Derechos Humanos de la Universidad de Deusto, dibujó el mapa de las minorías religiosas en Euskadi. Las comunidades musulmanas representan la segunda confesión minoritaria detrás de la evangélica.
Independientemente de la cifra de musulmanes que viven en el País Vasco (12.500 según Gorka Urrutia y 43.000 según el Estudio Demográfico de la Población Musulmana publicado por UCIDE en 2014) lo cierto es que hay 63 entidades religiosas registradas de las que 25 no tienen un centro de culto. Dato significativo que indica las dificultades internas –principalmente financiación- y externas –oposición vecinal, normativas municipales, oposición de propietarios de locales, etc.- que tienen los musulmanes para poder abrir mezquitas en el País Vasco.
Queda un largo camino que recorrer para que los musulmanes sean vistos y se vean a sí mismos como ciudadanos de pleno derecho y no como extraños de difícil encaje en una sociedad como la vasca, en pleno debate identitario.