Desde los tiempos de los césares hasta hoy, hemos visto una gran variedad de formas de gobierno. Esta expresión, “formas de gobierno”, se refiere a ciertas definiciones familiares: anarquía, monarquía, oligarquía y democracia. La palabra “Estado” se halla al margen de esta clasificación. El Estado no se contempla como una forma de gobierno, más bien se lo identifica como una institución superior que abarca al gobierno.
Hoy en día, hablamos de una forma vaga acerca del Estado, entendiendo que comprende el territorio, los ciudadanos, sus leyes, su cultura, su economía y el gobierno. Para alguno, el término abarca de igual forma el Estado Egipcio de los faraones, el Estado de los césares, o el actual Estado Británico; y comprende regímenes tan diferentes como la Unión Soviética o el III Reich. Este sentido del Estado en tanto en cuanto que abarca todos conceptos no nos dice nada sobre el acontecimiento crucial que queremos describir.
Permítanos volver a nuestra cultura occidental en busca de ayuda. De todos los movimientos revolucionarios en el oeste europeo, el que rechazó más ferozmente el advenimiento del Estado fue el anarquismo, que, desde Proudhon se posiciona “contra el Estado”. Normalmente, esto se entiende equivocadamente como una propuesta de “no gobierno”. Pero eso no es lo que defendían. Puesto que no estamos aquí para estudiar el anarquismo, sino en busca de un nuevo significado o, quizás deberíamos decirlo así, un significado original, exploraré el “mundo” de un artista y poeta que simpatizaba con él. Se trata de Richard Wagner, cuyo gran héroe era Bakunin (al que contemplaba como Sigfrido, el hombre nacido sin miedo). Escribió, en las barricadas de Dresden, que la nueva sociedad estaría basada en un “gobierno sin Estado”. O sea, él defendía que la idea de gobierno resulta aceptable, el problema lo supone el estado, al que se refería como un añadido al gobierno que requería ser apartado. Con esta frase, aunque todavía falte la sustancia para una definición completa, se nos configura un camino diferente para hallar el “significado” del Estado.
La expresión “gobierno sin Estado” señala dos posibilidades: una es un “gobierno dentro del/con el Estado”, vista como un problema, y la otra, “gobierno sin Estado”, la solución. Estas dos alternativas ya apuntan a un acontecimiento en el cual se produce el traslado de la una a la otra, un punto de involución o evolución, dependiendo del sentido del movimiento. Lo importante es que reconoce la existencia de un acontecimiento crítico, un punto de inflexión. Éste, incluso sin comprender qué es, señala la originalidad de su significado. Es a partir de aquí cuando nos podemos preguntar: ¿qué fue ese acontecimiento? ¿qué fue ese suceso que juntó el gobierno y el Estado? ¿Qué es el Estado que se añadió al gobierno? ¿Cuándo ocurrió?
Aquí, cuando el Estado se contempla como un problema, la definición que proponemos emerge, floreciente, con las respuestas. Nuestra ecuación, “Estado = gobierno + banca”; y nuestra solución, eliminar la banca, adquieren una nueva fuerza dinámica. Esto explica ese acontecimiento que señalaba Wagner. Nuestra definición le da un significado completo a la expresión “gobierno sin estado”, referida a que el problema no es el gobierno, el problema es que la banca (que es la causa del problema) que se mezcló con él. Esta mezcla, o matrimonio, creó el estado.
En mi interpretación de la posición de Proudhon y Bakunin contra el Estado faltaba este preciso ajuste, esta discriminación crítica, que no aparecía en su entendimiento del Estado. Desde mi punto de vista, la ausencia de este elemento persiguió, cual negro nubarrón, las intentonas revolucionarias del siglo XIX para eliminar el Estado; y aún hoy nos priva de cualquier elntendimiento decisivo de esta institución crucial que pueda llevarnos a un cambio.
Lo que pasó en Gran Bretaña al final del siglo XVII ha carecido de nombre durante demasiado tiempo. Necesita uno. Mi propósito de denominarlo el nacimiento del Estado adelanta la posibilidad de entender este fenómeno y, por extensión, de entender los tiempos en que vivimos.
- Traducción del blog de Sheij Umar Ibrahim Vadillo por Nasim Abdassami Paredes