Dice Sheij Umar Vadillo: «Las palabras son ventanas por las que vemos la realidad. Si abrimos la ventana de la riba −y sabemos que el Profeta, que Allah le bendiga y le otorgue una paz completa, dijo que la práctica de la usura es peor que la fornicación con la propia madre−, veremos que esto es lo que nos rodea por todas partes».
Es motivado por esta percepción visceral que uno se ve empujado a emprender una acción para cambiar la situación. Fue a partir de esta conciencia, y de ver las nefastas consecuencias que la práctica usurera produce, que tomé la decisión de trasladarme a Malasia, por parecerme el lugar donde nuestros esfuerzos, gracias al trabajo de Sheij Umar, podrían tener un resultado de mayor alcance en este sentido.
Sheij Abdalqadir as Sufi enumera la clasificación del tiempo y la comprensión de las circunstancias, de acuerdo a Maquiavelo, y sobre lo segundo dice que hay que: prever con anticipación, descubrir la enfermedad en sus inicios y reconocer con anticipación. La cualidad del tiempo la divide en cuatro: tranquilo, pacífico, incierto y contrario. Dice el Sheij: “Estas condiciones, según él, lo dejan a uno posicionado entre la fortuna y la ocasión, siendo las primeras las circunstancias con las que uno se encuentra y las segundas el punto en el que lo incondicionado puede penetrar y formar una nueva realidad condicionada”.
En nuestro caso, como hemos visto con anticipación, hemos reconocido la enfermedad y que ahora es el momento de actuar para formar (establecer) (unas) nuevas condiciones. En este artículo voy a compartir las experiencias resultantes del trabajo realizado en la introducción del dinar y el dírham y su circulación entre las personas, desde la vivencia personal y no desde la teoría, pues como suele decir Sheij Umar “muamalat no se enseña en las aulas sino que se aprende actuando y enfrentándose con la problemática cotidiana”. Es cierto que el camino que emprendí era un camino ya trazado y muy desarrollado por el trabajo realizado por Sheij Umar.
Para aquellos que no estén familiarizados voy a esbozar brevemente las líneas generales del trabajo que estamos realizando en Nusantara, y las circunstancias en las que se realiza. Voy a empezar por el ámbito geográfico. Nusantara está formada por una serie de sultanatos que fueron integrados en los diferentes países que se crearon en el sudeste asiático en la época colonial. Todos ellos estaban unidos por el Islam, y se extienden desde el sur de Tailandia, en el territorio Patani, hasta Sulu, al sur de Filipinas, pasando por Malasia, Singapur e Indonesia. Estos sultanatos siguen existiendo, algunos integrados en la estructura estatal, como en el caso de Malasia e Indonesia, y otros independientes, como Brunei, o en lucha para conseguirla, como es el caso de «Sulu Dar al Islam», que lucha contra los invasores desde los tiempos en que España trató de invadirlos hasta el presente. Esta serie de pequeñas unidades políticas con una relativa autonomía y autoridad a nivel estatal son un terreno propicio para la introducción de la moneda con peso suficiente para que tenga capacidad transformadora, puesto que está respaldada por una autoridad que le otorga credibilidad y garantía, reforzando al mismo tiempo la autoridad de los sultanes y el entramado político previo al colonialismo.
En la actualidad hay tres sultanatos, aparte del gobierno de Kelantan, donde se van a acuñar dinares y dírhams con el sello del sultán: dos en Indonesia, Kernate y Ciarbon, y uno al sur de Filipinas, Sulu Dar al Islam. Este último ha resistido a lo largo de la historia los intentos de invasión por parte de españoles. Cuando los españoles llegaron en el siglo XVI, ya hacía tres siglos que el Islam se había establecido en las islas y existían sultanatos musulmanes que se extendían desde Cotabato a Manila.
Ante esta situación, los colonizadores españoles no se conformaron con establecer zonas de comercio en las islas y decidieron emprender una cruzada para conquistar el archipiélago y convertir los nativos a la fe católica. Sin embargo, no se acabó de establecer nunca una ley colonial efectiva sobre los musulmanes en Mindanao y Sulu, y no fue hasta que las islas fueron cedidas a los EE. UU., con el Tratado de París de 1898, donde estas islas fueron incluidas, cuando se comenzó una campaña de debilitamiento de las instituciones musulmanas y de las raíces culturales del Islam por parte de los colonizadores. Este hecho provocó que los musulmanes de la zona iniciaran una serie de revueltas que terminaron en 1913 con la derrota de la resistencia armada musulmana en la batalla de Bud Bagsak.
Más tarde, y una vez conseguida la independencia en 1945, el gobierno de Manila consideró a Mindanao como una nueva frontera y espoleó la emigración de las islas del norte (Luzón y Visayas) hacia la isla del sur. El objetivo era extender los valores culturales del norte de Filipinas en todo el archipiélago y, además, reducir la amenaza de una posible revuelta musulmana en la región. Esta migración promovida por el gobierno de Filipinas llegó a su punto álgido en la década de los setenta, cuando se produjo una situación de choque y enfrentamiento entre los inmigrantes del norte y los musulmanes nativos de la isla.
Es en este contexto donde aparece el Frente Moro de Liberación Nacional (FMLN) que tiene su origen en el Movimiento Musulmán de Independencia de Mindanao, fundado en 1968 por Datu Udtog Matalam, y en el grupo armado de jóvenes musulmanes liderados por Nur Misuari y creado en 1969.
Su demanda principal era la creación de un Estado independiente que comprendía Mindanao, Sulu y Palawan, más conocido como Bangsa Moro, que quiere decir ‘Nación Musulmana’ («Bangsa» es una palabra malaya y «Moro» proviene del castellano). El hecho relevante de esta historia es que el sultán de Sulu le ha dado el baya’ a Sheij Umar y es su murid, así como su gente, buscando su consejo en las decisiones importantes de gobierno. Y tienen bastantes opciones de independizarse. Su lema es: “Sulu Dar al Islam, demasiado pequeño para ser cambiado, suficientemente grande para cambiar el mundo”. Que Allah les dé éxito.
Estamos viviendo un tiempo excepcional en el que si se le da a elegir a alguien entre oro o papel, elegirá el papel. Todo este trabajo monumental de la acuñación de la moneda por parte de los sultanes debe ir acompañado de la puesta en circulación de la moneda, puesto que sólo con el arraigo entre la gente de su uso entraremos en un proceso irreversible. Hay que crear el mercado donde usarla, hay que educar a los comerciantes y a los compradores, ese es el terreno a abonar. Su uso es su fuerza. Este es el trabajo que hemos estado haciendo en Malasia y que se está haciendo en Indonesia y en Singapur.
Siempre llevamos monedas en el bolsillo, y en cada compra que hacemos damos a elegir a los comerciantes si quieren plata o papel. Haciendo esto, estamos difundiendo el conocimiento de la alternativa a aquellos que no la conocen, la circulación de la moneda entre quienes la aceptan y el activismo de quienes participan en el proyecto. En las noches de Ramadán, después del tarawih, solíamos salir con Abdullah Saymour por nuestra zona a tomar algo y rara era la noche en la que Allah no nos ponía delante a alguien interesado en el tema o nos dirigía los pasos a comercios desconocidos que al ofrecerles el dirham lo aceptaban de buena gana, hasta el punto de que un día Abdullah me miró y dijo: Subhana Allah, hace una semana que no utilizo papel, sólo plata.
Contaré un par de anécdotas más para que veamos cómo cuando emprendemos un camino para obedecer a Allah, contamos con su asistencia. Uno de los días que estábamos en el mercado atendiendo la wakala con Muhammad, un excelente hombre de Penang que es una pieza clave en este trabajo, que se encontraba ya a punto de recoger, de repente, llegó un fakir malayo que se iba de viaje a Jedda, donde estaba trabajando, y nos compró un juego completo de monedas de oro y plata para llevarse. Le cambiamos los nobles metales por el vil papel, cerramos el kiosco de cambio y nos dirigimos al centro, donde está el bazar indio, a hacer unas gestiones, satisfechos de la transacción. Aparcamos el coche frente a uno de los muchos centros comerciales que hay en Kuala Lumpur y sidi Muhammad me dijo: “En este centro comercial hay unos restaurantes muy buenos en el cuarto piso”. Le respondí: “Muy bien, vamos a comer”. Subimos al cuarto piso y allí había un espacio repleto de pequeños restaurantes populares y de gente comiendo, todos con sus bandejas de comida expuestas a la vista. Nos acercamos a uno que parecía bueno y entre las distintas viandas observamos una bandeja con una langosta que parecía estar esperándonos. Nos miramos y casi sin cruzar palabra pedimos la langosta. Nos la calentaron y abrieron. Realmente estaba exquisitamente cocinada. Al pedir la cuenta, vino el dueño con su libretita, empezó a hacer números y nos dio la cuenta, la cogí y le ofrecí pagársela en dírhams, a lo que respondió que encantado de hacer una transacción que fortaleciese al Islam, que el Dr. Mahatir (ex presidente de Malasia que propuso el cambio al patrón oro) había comido allí y le había hablado del dinar y el dirham. Y de este modo, abrimos un nuevo punto de aceptación del dinar y dirham.
La siguiente anécdota se produjo en una ocasión en que los fuqará de Singapur nos visitaron y también querían hacer unas compras en el bazar indio. Les acompañamos, y ya de vuelta hacia el coche, vi un pañuelo que me gustó. Fui a la tienda y pregunté el precio. Me dijeron su precio y le ofrecí al vendedor pagárselo en plata. Al hacerle esta oferta, a este hombre se le iluminó la cara y dijo: “Hace mucho tiempo que quiero tener estas monedas y no sabía dónde conseguirlas”. Los fuqará que venían conmigo, al ver que aceptaba dírhams, empezaron a comprarle cosas. El hombre estaba como un niño con zapatos nuevos. Y otra tienda más con la pegatina de “Aceptamos dinar y dirham”.
Cuando nos movemos en este terreno nos enfrentamos a los problemas que se nos plantean en su uso, y esta es la razón de ser de estas líneas: compartir nuestra experiencia en este campo.
Si bien el caso de Nusantara tiene unas circunstancias favorables por hecho de ser musulmanes, el trabajo realizado allí puede aplicarse en otros lugares con las variaciones pertinentes. El establecimiento del dinar y el dírham en Nusantara se apoya, podríamos decir, en tres patas: la acuñación por parte de los sultanes o entidades −que aportan credibilidad y garantía a la moneda−, la formación de activistas a través del Dinihari y reuniones periódicas donde se atrae a simpatizantes, se difunde la ideología, se comparten experiencias y se organizan pequeños mercados donde se paga con oro y plata. En su inicio se hacía a través del Souk al Kafilah, un mercado itinerante −como indica su nombre− que se realizaba una vez al mes en distintos lugares. Nos dimos cuenta de que esto requería mucho esfuerzo y tenía unos resultados muy pobres, pues había que organizar el mercado y atraer al público, y al ser itinerantes, cada vez teníamos que hacer el mismo esfuerzo. Entonces cambiamos de táctica y nos propusimos introducir la moneda en mercados ya existentes, donde no hay que llevar ni a los comerciantes ni a los compradores. Empezamos el trabajo en el mercado municipal de nuestro barrio.
Cuando Sheij Umar nos encargó esta tarea nos dijo que de lo que se trataba era de conquistar los corazones y este es realmente el trabajo, pues no hay que olvidar que el objetivo no es otro que establecer el Din revivificando la sunna. También nos indicó que tuviésemos siempre la mención de Allah en nuestros labios al hablarle a la gente y que frecuentásemos el mercado, familiarizándonos con su gente y estableciendo relaciones personales. Estos elementos son esenciales, así como la constancia en la presencia diaria y mano izquierda para superar las dificultades y enfrentarse a los detractores sin caer en el conflicto.
Después de este trabajo previo iniciamos la introducción de la moneda en el mercado durante el mes de Ramadán, aprovechando que se ofrecían unos puestos temporales durante ese mes. Instalamos nuestra wakala e iniciamos el proceso de captación de comerciantes que aceptasen el dinar y el dirham. Básicamente, la moneda que se utiliza en el mercado es el dirham y algunos comerciantes los ahorran para cambiarlos por algún dinar. El elemento esencial para la rápida aceptación de la moneda por los comerciantes es la presencia de la wakala en el mercado. Al contrario de lo que se hace en indonesia, donde se carga un pequeño porcentaje en la recompra de monedas para desanimar a que se vendan y así fomentar su circulación, comprendimos que en el mercado debíamos cambiarlas al cien por cien de su valor para animar a su uso.
En cuestión de semanas ya teníamos treinta tiendas que aceptaban el pago en dírhams y uno ya se podía abastecer de todo lo necesario sin necesidad de utilizar papel. El siguiente paso fue la educación de los comerciantes para que utilizasen la moneda en sus compras, dando lugar así a su circulación. En este proceso, nos dimos cuenta de que la gente que aceptaba más fácilmente la moneda eran los comerciantes que se esmeraban en ofrecer productos de calidad.
Otro frente de acción en el que todos podemos participar es uno mencionado anteriormente: la utilización por nuestra parte de dinares y dírhams en nuestras transacciones cotidianas, abriendo nuevos negocios que los acepten y poniendo monedas en circulación. Un grupo de cincuenta personas que pongan en circulación aunque sólo sea un dírham a la semana cada uno −en Malasia poníamos normalmente más de uno al día− representa dos mil seiscientos dírhams que se ponen en circulación al año.
Como se puede observar es un trabajo que es como plantar un árbol, al principio requiere de toda nuestra atención y cuidados, hasta que arraigue y se convierta en un árbol fuerte capaz de sobrevivir a las adversidades y a los vientos del destino. Y no hay éxito sino por Allah y no hay fuerza ni poder sino en Allah, El Excelso, El Inmenso.