El fin no justifica los medios. El odio hacia los demás es una innovación nociva en el Islam.
Dice Allah: “No cabe coacción en la Práctica de Adoración”. Sura de la Vaca, 256.
Esta prohibición no abrogada -referirse a mi libro Los versículos de la espada– se extiende a toda actitud coercitiva, ya sea física o verbal; desacreditando la validez a todo intento de imponer la opinión propia sobre la opinión ajena más allá del mero acto informativo o esclarecedor.
Dice Allah: “Llama (a toda la humanidad) al camino de tu Señor por medio de la sabiduría y mediante una excelente invitación y razona con ellos de la forma más amable (hermosa) […]” (Sura de la Abeja, 125).
Esta amabilidad y belleza en la prédica es ordenada en relación a aquellos que no son musulmanes. ¿Qué decir entonces de la actitud, amabilidad y amor requeridos para dialogar en relación a puntos de vista divergentes con alguien que reconoce con sinceridad y apego la Unicidad de Allah y la veracidad de su Mensaje?
Dice Allah: “Y no debatáis con los seguidores de revelaciones anteriores sino de la forma más amable”. (Sura de la Araña, 46).
Según la definición de la RAE la persona amable es aquella que ‘por su actitud afable, complaciente y afectuosa es digna de ser amada’. Por lo tanto, si el más alto grado de tacto, complacencia y afectuosidad nos es exigido por Allah a la hora de dialogar o debatir con cristianos y judíos, ¿qué opinión nos merecen aquellos que insultan, atacan, critican y etiquetan a creyentes sinceros como desviados por discrepancias infinitamente más pequeñas que las que existen con los cristianos y los judíos?”.
Dice Allah: “[…] Pero si se apartan (de ti, Oh Profeta, sabe que) no te hemos enviado para que seas su guardián: tú no estás obligado sino a transmitir el mensaje (que te ha sido encomendado). Y Allah ve a los siervos”. (Sura de la Familia de Imran, 20).
Si Allah recuerda al Profeta, SAWS, que suya no es la función de guardián sobre los actos y decisiones de los creyentes, ¿qué decir de aquellos que espían, vigilan y controlan a los creyentes como si de policías se tratara, creyendo que el mandato “prohibir lo malo y llamar a lo bueno” no tiene condiciones, límites y una metodología explícita y heredada de ejecución?
Dice Allah: “En cuanto a aquellos (incrédulos) que no os combaten por causa de (vuestra) creencia, ni os expulsan de vuestros hogares, Dios no os prohíbe que seáis amables y equitativos con ellos, pues realmente Dios ama a quienes son equitativos”. (Sura de la Examinada, 8-9).
Este “no os prohíbe” es una forma de expresar instrucción: “hacedlo” (´amr). Tratadles amablemente y con justicia, sin violar los derechos que Allah ha hecho sagrados para ellos por su existencia como seres humanos.
Si nos es ordenada “la amabilidad y la justicia” hacia aquellos con los que existe una discrepancia ideológica, ¿cómo debe ser el trato hacia aquellos que testifican la Unicidad de Allah sin asociados y la veracidad del Profeta y su Mensaje, aunque existan divergencias de opinión en torno a ciertas prácticas?
En la batalla de Uhud, cuando los enemigos de Meca atacaron a los musulmanes, el Profeta, SAWS, fue herido en la cabeza y en los dientes frontales. Cuando la sangre comenzó a fluir desde su cabeza, la detuvo taponándola y dijo: “Si una gota de mi sangre cae a la tierra, esos incrédulos serán destruidos por Allah”. A continuación le dijo Umar: “¡Oh Mensajero de Allah, maldíceles!”. El Profeta contestó: “No fui enviado para maldecir, sino que fui enviado como una Misericordia”; después dijo: “¡Oh Allah, guía a mi gente!”. (Bujari, “Anbiya”, 54; Muslim, “Yihad”, 104).
Si el Profeta, SAWS, reaccionó de esta manera ante las atrocidades de los más arrogantes y decididos a asesinarle de entre los incrédulos, ¿qué opinión pueden merecer aquellos que maldicen, odian y desprecian a otros musulmanes por tener discrepancias jurídicas en torno a equis práctica o en torno al entendimiento de un determinado hadiz?
A pesar de la amnistía general proclamada por el Profeta, SAWS, el día de la Victoria y la Apertura de Meca, Ikrimah, uno de los más acérrimos carniceros y desalmados enemigos del Islam, atacó a un grupo de musulmanes, sufriendo una derrota y viéndose obligado a escapar de la ciudad. Cuando su esposa rogó por su perdón, el Profeta le perdonó. Inmediatamente tras el perdón, cuando Ikrimah apareció frente al Profeta, le dijo de manera arrogante: “Si piensas que porque me has perdonado me he convertido en musulmán, entonces que quede claro que no me he hecho musulmán. Si puedes perdonarme mientras me mantengo fiel a mi propia fe, entonces muy bien, si no me voy”. El Profeta dijo respondiéndole: “Tú, sin lugar a dudas, puedes mantenerte fiel a tu fe. Eres libre de todas las maneras”.
En una ocasión, mientras el Profeta, SAWS, estaba sentado junto con sus Compañeros en Medina al Munawwara, pasó por delante de ellos una procesión funeraria. Al verla, el Profeta se levantó, ante lo cual uno de sus Compañeros infirió: “Se trata de un judío”; a lo que el Profeta contestó: “¿Acaso no era un ser humano?” (Sahih Muslim).
Así fueron el amor, la compasión, la empatía y la ternura espontánea del Profeta hacia una persona que murió sin aceptar su mensaje. ¿Es realista que aquellos que cobijan en su corazón desprecio y odio hacia creyentes con los que mantienen discrepancias se consideren seguidores de la Sunna del Profeta? ¿Se levantarían ellos como hizo el Amado de Allah?
En otra ocasión, como es narrado por el Imam at-Tirmidhi, Yabir bin Abdullah dijo: “¡Oh Mensajero de Allah, hemos sido golpeados severamente por las flechas de Zaquif (nombre de una tribu); invoca a Allah, el Altísimo, en contra de ellos! El Profeta respondió, diciendo: “¡Oh Allah, os invoco para que favorezcáis a Zaquif con Vuestra guía!”.
Cuando los infieles de Meca intensificaron la persecución sobre los musulmanes, los Nobles Compañeros pidieron al Profeta, SAWS, que les maldijera a lo que el Amado de Allah contestó: “No he sido enviado para maldecir a los hombres, sino como una bendición para ellos” (Muslim).
Estos son solo unos pocos de las docenas o centenares de ejemplos que pueden ser presentados en relación al tan enorme grado de benevolencia, amor, misericordia y exquisito trato del Profeta hacia aquellas personas que profesaban una creencia diferente, e incluso hacia aquellos que lo persiguieron, maltrataron, expulsaron de su hogar y combatieron físicamente durante años. Individuos que mataron e hirieron a cientos de sus hermanos creyentes y que condujeron a su gente más amada hacia una espiral de sufrimiento terrible.
De esta manera, cuando la persona toma como hábito reaccionar ante la divergencia de opinión de manera agresiva, física o verbalmente, cobijando odio en su pecho hacia aquel con el que discrepa, ha establecido una sunna (práctica reiterativa) que contradice los principios, reglamentos y objetivos de la Revelación, plasmados tanto en el Corán como en el ejemplo y dichos del Profeta, de su Familia y Compañeros; estableciendo por definición una sunna nociva o bidâ munkara. Y dijo el Amado de Allah:
“[…] Quien introduzca en el Islam una práctica (nociva) será penalizado por una doble falta; la primera, por haberla introducido; la segunda, constituida por el conjunto de faltas cometidas por aquellos que la imiten después de él, sin que eso haga disminuir en nada sus propias faltas”.
Dice Allah: “El Shaytán sólo quiere provocar hostilidad y odio entre vosotros (oh creyentes) […]”. (Sura de la Mesa Servida, 91).
Por lo tanto, toda actitud o el simple sentimiento de rechazo hacia aquellos con los que pueda haber discrepancia es absolutamente despreciable, así como jurídicamente censurable, tanto si la persona lo manifiesta como si lo oculta en su corazón. Y Allah bien sabe lo que ocultan los corazones.