Este es el quinto artículo de una serie de seis, para leer el primero haga click aquí
Para leer el segundo haga click aquí
Para leer el tercero haga click aquí
Para leer el cuarto haga click aquí
Lo que debe tenerse en cuenta al leer estas descripciones de la Unidad Divina, es que no son en absoluto abstracciones intelectuales, sino que describen una realidad muy inmediata, además de tener una transcendencia apremiante y una relevancia directa con respecto a la vida de todo ser humano. Lo que estas dicen y lo que Allah confirma con claridad meridiana una y otra vez en el Corán, es que en la existencia no hay nada que tenga poder excepto Allah. La hawla wa la quwwata illa billah: no hay fuerza y no hay poder excepto en Allah. La fa’il fil wuyud siwa’llah: en la existencia no hay agente activo excepto Allah. Esta es la verdad y significa que, todo lo que ocurre, es solo por Allah. El problema es que a todos nosotros, y desde una edad muy temprana, se nos ha enseñado justo lo contrario: que en el, así llamado, mundo real, Allah no tiene nada que ver y que, en realidad, son las causas secundarias las que hacen que ocurran las cosas. Y no se debe subestimar hasta qué punto ha penetrado la visión del mundo científico materialista en la consciencia humana, tanto entre los musulmanes como los que no lo son. Es un proceso de adoctrinamiento continúo y exhaustivo con el que somos bombardeados todos y cada uno de los días de nuestras vidas.
Según la visión predominante del mundo, el viento y la lluvia aparecen por ciertos cambios de presión en la atmósfera y en los ciclos climáticos; lo que causa el crecimiento de la planta es el ciclo del nitrógeno; el vuelo se explica con la ciencia aerodinámica; nuestro propio crecimiento es el resultado de la concepción y el proceso de gestación; las enfermedades se curan por la ciencia de la medicina, etc… los ejemplos son infinitos. Pero todo eso no es verdad. No estamos diciendo que estas cosas no ocurren. Por supuesto que sí. Pero no son el motivo, no son la causa de nada. Tanto la causa como el efecto son creados directamente por Allah. No hay nada ni nadie que haga que algo suceda, solo Allah.
Este asunto se explica en el Corán con todo nitidez: Allah es Quien hace que caiga la lluvia y crezcan las plantas: “Él es Quien hace que caiga agua del cielo; con ella hacemos surgir el germen de todo” (Sura de los Rebaños, 6:99). Volar se debe solo a Allah: “¿Es que no han visto las aves sobre ellos y cómo mueven sus alas? No las sostiene sino el Misericordioso” (Sura de la Soberanía, 67:19). Allah es la razón de que estemos en el mundo:“Él es Quien os ha creado de tierra y luego de una gota de esperma y de un coágulo de sangra. Luego hace que salgáis como niños” (Sura del Perdonador, 40:67). Y es Allah, ensalzado sea, Quien no cura de las enfermedades: “Y cuando estoy enfermo, Él es Quien me cura” (Sura de los Poetas, 26:80)
Es posible que al oír esta palabras los creyentes digan, ‘claro, por supuesto que sí’; pero si se fijasen en sus corazones para ver lo que creen en realidad, son muy pocos los que ven la mano de Allah en todo lo que ocurre. ¿Lo ven como algo que viene de Allah o más bien se interpone su condicionamiento y acaban atribuyéndolo a los procesos con los que ocurren? Vivimos en este mundo de causas secundarias y es natural que contemplemos la existencia en estos términos. La diferencia entre nosotros y nuestros antepasados es que se les enseñaba la verdad, era su base inquebrantable, y en consecuencia les era más fácil superar las apariencias y ver las cosas tal y como son. Mientras tanto, nosotros hemos sido adoctrinados de tal manera en la mentira, que es casi imposible ver las cosas tal y como son.
Fuente: Libro ‘Islam: creencias y prácticas básicas’.