El destino de Kazajistán ha estado conectado al Islam desde el siglo VII. Desde ese momento Islam siempre formó una parte importante del desarrollo social, cultural y político de la nación kazaja.
La población total de Kazajistán es de diecisiete millones de personas, de los cuales, diez millones son musulmanes, y es el país musulmán de mayor extensión territorial.
La primera toma de contacto que las tribus nómadas turcomanas, los antepasados de los kazajos actuales, tuvieron con el Islam fue en el año 670, cuando los primeros grupos de musulmanes se desplazaron por Asia Central con las enseñanzas del Islam. Más tarde, en el año 705, Qutaiba Ibn Muslim, el gobernador omeya de Jorasán, durante la expansión del califato islámico hacia Oriente, conquistó Mawarannahr (Transoxiana), área que actualmente comprende Uzbekistán y el sur de Kazajistán, una de las tierras más ricas del mundo en aquel entonces, debido, entre otras cosas, al comercio de la Ruta de la Seda. De aquí en adelante el Islam se extendió gradualmente durante la primera mitad del siglo VIII, pero el momento que marca el éxito del Islam en la toda la región tuvo lugar en el año 751.
La conquista de Qutaiba puso a los musulmanes en confrontación directa con China, que desde hacía siglos ejercía su influencia en estas zonas. En el año 751, el ejército musulmán, liderado por Ziyad Ibn Saleh, que había sido gobernador omeya de Kufa, y ahora lideraba las tropas en nombre de los abasidas, se encontró con el ejército chino, liderado por Gao Syanji, de la dinastía Tang, a orillas del río Talas, cerca de la ciudad de Taraz (hoy día región Zhambyl, sur de Kazajistán). Las crónicas de la batalla la describen como un encuentro feroz, de entre cincuenta y cien mil hombre en cada bando, que se prolongó durante cuatro días sin encontrar un vencedor. La batalla se decidió cuando una tribu turcomana, los Karluk, decidió entrar en combate apoyando al ejército musulmán. El ejército chino fue derrotado y, consecuentemente, abandonó la región. Después de esta victoria musulmana, comienza una nueva era donde se establece el Din del Islam en la región de Asia Central.
Hay diversas opiniones sobre el impacto histórico de la batalla de Talas, y entre éstas, hay quien la distingue como una de las batallas más decisivas de la historia. El historiador ruso, experto en Asia Central, Barthold, declaraba al respecto: “Esta batalla determinó el futuro entre las dos civilizaciones, china y musulmana, que dominaría el Turquestán”. Sin embargo, pocas personas han oído hablar de la batalla de Talas (751), en la que los ejércitos musulmanes y chinos se enfrentaron por primera y única vez en la historia, con el desenlace que hemos descrito y que marcaría el futuro de la región. La batalla también tuvo repercusiones para la historia del desarrollo tecnológico. Queda como ejemplo que los prisioneros chinos capturados en Talas fueron trasladados a Samarcanda, capital de Transoxiana, enseñando allí las técnicas de la fabricación del papel, introduciéndolo así en el mundo islámico y Occidente.
El islam se asentó paulatinamente en Kazajistán, especialmente en el sur, y continuó extendiéndose durante varios siglos. En 960, Bogra Khan, gobernante de la dinastía qarajanida, aceptó el Islam conjuntamente con todo su pueblo. El Islam se convirtió así en la forma de vida de toda la región. El alfabeto árabe sustituyó al antiguo. El Din de Allah y la Sunna de Su Mensajero, la paz y las bendiciones sean con él, sintetizaban armoniosamente con las antiguas tradiciones de las estepas. El Islam no cambió la forma nómada de este pueblo, pero sí fue el medio por el que su cultura se refinó y purificó y a través del cual este pueblo se transformó intelectual y espiritualmente. Estos territorios se convirtieron en parte integral del Dar al-Islam, de donde surgieron grandes eruditos que han contribuido al tesoro de la sabiduría islámica en campos tan diversos como el fiqh, el sufismo, las ciencias y las artes, así como magnos guerreros que desde el campo de batalla participaron en la gloria militar del Islam.
Los siglos X, XI y XII significaron el apogeo de este pueblo del este del califato. Con sus centros principales en Bujará y Otrar, donde vivieron famosos estudiosos, artistas y artesanos de todos los rincones del Dar al-Islam. En la ciudad de Otrar (también conocida como Farab), ahora en la región de Shymkent, al sur de Kazajistán, vivió el reconocido matemático y filósofo Al Farabi. También durante esta época vivió el famoso maestro sufí Arystan Bab, maestro de Hodja Ahmed Yassawi (muerto en 1166), que se convertiría en uno de los maestros sufíes y wali de mayor reconocimiento entre los pueblos turcomanos. Hodja Ahmed Yassawi fundó la tariqa Yassawiya y fue una influencia prominente en Asia Central hasta el siglo XIX. Escribió una colección de qasidas sufíes, Diwani Hikmet, que están consideradas como una joya de la sabiduría sufí. Yassawi afirmó que solo a través de una tariqa sufí el hombre podía obtener la verdad y la cercanía a su Creador. La tumba de Yassawi fue reconstruida unos doscientos años después de su muerte por el mismísimo Tamerlán en señal de respeto. Esta tumba es un centro de encuentro para miles de visitantes que vienen cada año desde Asia Central, Turquía y otras partes del mundo.
Los qarajanidas gobernaron Transoxiana desde el siglo X hasta principios del siglo XIII, cuando se produjo la invasión de Gengis Kan. A esta fase de conquista y desestabilidad le siguió una corta decadencia del Islam en la zona, pero ya en 1255 el nieto del Gran Mongol, Berke Kan, abraza el Islam, restableciendo el Din y adoptando Islam como religión principal de la Horda de Oro.
Bajo el gobierno de Tamerlán, o Amir Timur, 1370-1405, que se llamó a sí mismo “La Espada del Islam”, la región volvió a florecer regenerando la civilización musulmana y llevándola a nuevas alturas en las áreas del comercio, la ciencia, el sufismo y la arquitectura.
A mediados del siglo XV se forma el Kanato kazajo. Este fue el primer prototipo del que más tarde sería el Estado actual de Kazajistán. Ya en el siglo XVI, era la potencia más poderosa entre Rusia y China. Todos los gobernantes del Kanato kazajo, desde sus inicios hasta la pérdida de poder ante el Imperio ruso a finales del siglo XVIII, gobernaron de acuerdo a las leyes del Islam, dentro de la jurisdicción del mathab hanafi.
A partir del siglo XIX Kazajistán estuvo bajo el control del Imperio ruso. El desarrollo y práctica del Islam sufrió un declive como consecuencia, aunque no fue prohibido por ley. La debacle del Islam en Kazajistán sucedió después de 1917 y el subsecuente gobierno de los soviets bolcheviques, que persiguieron y procesaron a todos los líderes musulmanes de la región. Se cerraron todas las madrazas de enseñanza del Islam. Fue ya después de la Segunda Guerra Mundial cuando el Gobierno de la URSS permitió algunas prácticas y estructuras islámicas restringidas en las repúblicas soviéticas de Asia Central, pero para entonces prácticamente toda la élite musulmana había desaparecido. Como consecuencia, durante la era soviética, aunque los kazajos nunca dejaron de asociarse con el Islam, su identidad musulmana se redujo a la circuncisión, los rituales funerarios y algunas otras tradiciones. Prácticamente todo lo demás quedó en el olvido.
Con la caída de la Unión Soviética en 1991 y la independencia de Kazajistán, sobrevino una corriente de redescubrimiento de nuestras raíces históricas e identidad étnica. El renacimiento de la conciencia nacional trajo consigo, de forma natural, la pasión por el Din del Islam. Teniendo en cuenta dos factores: en primer lugar, la ausencia de conocimientos básicos del Islam entre los kazajos; y en segundo lugar, una población multiétnica (además de kazajos hay más de cien grupos étnicos en el país), la Kazajistán independiente se declaró en su Constitución como una república, sin dar preferencia especial a ninguna religión. Sin embargo, el Din del Islam es claramente reconocido como la principal religión del país y desde sus comienzos se insertó en la ideología nacional. El Muftiyat es el ministerio establecido por iniciativa del líder del país, el presidente Nursultán Nazarbáyev, encabezando así el renacimiento del Din y la unificación de todos los musulmanes del país. El Muftiyat hace una amplia labor, promoviendo el Islam tradicional hanafi y educando a la población frente a las ideologías desviadas que pretenden hacer entrada en Kazajistán.
En los últimos veinte años, con la ayuda del Estado y bajo el control del Muftiyat, se han construido más de dos mil mezquitas en todo el país, gran cantidad de madrazas, una universidad de estudios islámicos y un canal de televisión. El Gobierno pone sus estructuras al servicio de la población en la celebración de los dos Ayad, el Maulid, el Hayy y el Zakat. Hay un creciente interés de la población, principalmente entre los jóvenes, por aprender y practicar el Din. El presidente de Kazajistán dijo en uno de sus últimos discursos al abordar diferentes cuestiones que afectaban al mundo musulmán: “Las poblaciones, las diferentes regiones, los sistemas pueden estar en crisis, pero Islam no puede entrar en crisis. Quiero que mi gente crea en Allah, en el Día de la Retribución y que no malgasten sus vidas por asuntos inútiles”.