Hacia una definición no religiosa de la religión

Una definición no religiosaUn reciente estudio sociológico de la Corporación para la Investigación de Adelantos Científicos de EE.UU. afirma que en los próximos años la religión puede extinguirse en nueve países ricos.  Estos países son: Australia, Nueva Zelanda, Canadá, Irlanda, Holanda, República Checa, Austria, Suiza y Finlandia. Es probable que los científicos que han hecho este estudio tengan razón, pero antes de concedérsela, convendría preguntarles, ¿cuando hablan del fin de la religión, se refieren a un ocaso del cristianismo o a un resurgir del paganismo?

Para responder a la cuestión, hay que ir al diccionario latino. En él encontraremos que el primer significado de la palabra Religio es: “conciencia escrupulosa”. Si pasamos por alto del matiz peyorativo, que la moral cristiana dio a la escrupulosidad, veremos que “ser escrupuloso” también quiere decir “ser meticuloso”, “ser minucioso” o, lo que es lo mismo, “ser cuidadoso”. Cuando decimos de alguien que es persona que paga religiosamente, no queremos decir que pague postrado de rodillas ante su acreedor, sino que paga, lo que debe, cuando debe y con exactitud. Si a esto añadimos que “pagar” viene del latín pacare que significa “apaciguar”, el bucle del entendimiento de la relación entre paz social y comercio justo se cierra y es lógico afirmar que cuantos más ciudadanos y ciudadanas cumplan religiosamente con sus tratos y contratos, más apacible será la vida cotidiana. Por tanto un buen político debe fomentar la religiosidad de la ciudadanía y no despreciarla.

Ahora bien, si la religión la tomamos por su segundo significado: “Conjunto de las creencias sobre Dios y lo que espera el hombre después de la muerte, y de los cultos y prácticas relacionados con esas creencias”, el aspecto optimista de la religiosidad desaparece, y vemos asomar por el horizonte histórico las terribles guerras de religión.

La dificultad inicial en el uso del concepto “religión” está en la variedad de sus significados. Por eso los “diálogos interreligiosos” suelen convertirse en diálogos de sordos a partir del segundo día; para acabar en monólogos, adioses, salams, shaloms y sayonaras, hasta el próximo diálogo de sordomudos. Para salvar este escollo lo mejor es volver a la explicación que el pensador romano Cicerón dio al término latino religio, hace ya más de dos milenios. Mientras se lo pensaba, las guerras arruinaban al pueblo. Después de pensárselo muy bien, definió la religión por “lo que hace”, no por “lo que es” o por “lo que parece ser”. Desde el punto de vista ciceroniano la “religión” lo que hace es “religar”. Como vemos, Cicerón, que como filósofo, seguía la escuela de pensamiento materialista de Epicuro, y por tanto, era ateo, supo dar una definición no religiosa de la religión, que no parece haber sido tomada en cuenta por los científicos que han pronosticado el fin de la religión. Cicerón, aparte de filósofo, era Pontífice y, como buen romano, vivía en la religión ancestral que cada día giraba en torno al calendario que marcaba los días fastos en que los Augures y los Pontífices tenían que sacrificar animales, observar sus vísceras y, con ello, adivinar el futuro. “No hay nada más divino que el poder adivinar el futuro”, exclamaba el filósofo Celso doscientos años más tarde. Debemos tomar en cuenta estos hechos, a fin de comprender que para los antiguos romanos el concepto “religión” no tenía el mismo significado ni el mismo valor social que le damos hoy  en día.

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Para el pensador musulmán Alfarabí –que vivió a finales del siglo IX y principios del siglo X del Mesías– la religión –millat– es la que determina el proyecto social, y tiene dos partes: la definición de opiniones y la determinación de acciones. Para traducir el concepto “religión” los juristas musulmanes usan cuatro palabras: millat, din, shariat y sunna. En cierto modo, la millat es la “creencia en que se vive”, el din es el contrato del musulmán con su Creador, la shariat es la norma religiosa y la sunna es un compendio de los usos y costumbres autorizados por la jurisprudencia (el fiqh y el qanun). Estos cuatro significados a veces son intercambiables, pero esto no crea problemas porque en la práctica cualquier musulmán con conocimiento distingue unos significados de otros; y cualquier musulmán del zoco sabe que, cuando se dice de alguien que es “una persona sin millat y sin din”, se quiere decir que es alguien que por carecer de religión, se comporta como los animales. En todo caso, si nos hacemos a la idea de que “religión” es sinónimo de “religación” no hay inconveniente en usar el término “religión” para traducir las palabras millat y din.

Volviendo al análisis del significado de la palabra religión vemos que, desde el punto de vista de la organización social y la naturaleza humana, la religión tiene un comienzo, un final y lo que media entre ambos. El final es la felicidad, el comienzo depende de nuestro ideal de felicidad y el medio son las acciones por las que obtenemos la felicidad. La “felicidad” es tan difícil de definir por lo que es, como la “religión”; pero todos notamos cuándo nos sentimos felices y cuándo no. Todos sabemos, aunque no sepamos cómo expresarlo, que la mayor felicidad es vivir sin “ansiedad”. Los psiquiatras saben que el origen de la ansiedad patológica es el “miedo a la muerte”. Por esto podemos decir que la cuestión esencial no es: ser o no ser, sino: creer o no creer en no ser, o seguir siendo tras la muerte. Como nadie ha vuelto del Más Allá para decírnoslo, tenemos que replantearnos la cuestión de la creencia en la Otra Vida como “cuestión de fe”. Dado que la certeza de la muerte es indiscutible, y la existencia de la Otra Vida dudosa, es lógico afirmar que sólo hay dos géneros de religión: una busca la felicidad en Este Mundo; la otra la busca en Este Mundo y en el Otro (II – 199). Dentro de estos dos géneros religiosos se dan numerosas especies, y en cada especie podemos distinguir innumerables variedades que se denominan, unas por lo que hacen –baptistas, quietistas, cuáqueros, etc. –; otras por el nombre de su fundador –confucionistas, luteranos, raelianos, etc. –, y otras, por nombres inventados –parabolanos, testigos de Jehová, cienciólogos, etc-.

Si los científicos de la C.I.A.C. hubieran tomado en cuenta estos antecedentes lógicos en lugar de “desaparición” deberían haber hablado de “metamorfosis”, que es lo que realmente está pasando.

Por el Poder y la Voluntad de Allah el número de los musulmanes y las musulmanas aumenta en los cinco continentes, y la forma ritual del Salat sigue inmutable pasados catorce siglos. Esto, desde el punto de vista de la sociología o la antropología, es un caso único en la historia religiosa del mundo; y desde el punto de vista de la organización social y de la naturaleza humana es un portento. Es una muestra del Favor de Allah, por mucho que esto irrite a los que no tienen ni Millat, ni Din. Pero Allah es el que sabe y a Él pertenece la Victoria. Él es nuestro Amigo Protector.

Autor: Karim Viudes

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