Allah empieza Su libro alabándose a Sí mismo cuando dice: “La alabanza a Allah, el Señor de los mundos”. Y a continuación describe al Señor de los mundos como: ar-Raḥmán ar-Raḥim (el Misericordioso, el Compasivo).
La expresión que encabeza todas las suras del Corán, con la excepción de la sura At-Tauba, se considere o no como una aleya de las mismas, es: En el nombre de Allah, ar-Raḥmán, ar-Raḥim.
Estos dos nombres de Allah están relacionados con la raíz raḥima, de la que derivan el nombre “raḥma” (misericordia) y el nombre “raḥim” (matriz, consanguinidad).
La raḥma de Allah, sea ensalzado, se entiende como Su voluntad de hacer el bien a Sus criaturas, y la raḥma entre las criaturas se entiende como ternura y compasión. Y a esto hace referencia el hadiz que transmite ‘Abdur-Raḥmán Ibn ‘Auf, que Allah esté complacido con él, que dice: “Escuché al Mensajero de Allah, al que Allah le dé Su gracia y paz, decir: ‘Dice Allah, sea honrado y enaltecido: Yo soy Allah y Yo soy el Raḥmán, he creado la consanguinidad (ar-raḥim) y la he hecho derivar de uno de Mis nombres, de manera que quien la mantenga unida, Yo lo mantendré unido a Mí, y quien la corte, Yo cortaré con él’”.
Así pues, la compasión se establece en primer lugar a través de los lazos de sangre. Como se dice en otro hadiz, Allah dividió Su misericordia en cien partes, una de las cuales hizo descender a este mundo, y es en virtud de ella que la madre tiene compasión hacia su hijo y el animal hacia su cría; las noventa y nueve partes restantes están reservadas para los creyentes en la Otra Vida.
Ar-Raḥmán y ar-Raḥim son los apelativos que recibe el que posee la cualidad de la misericordia. Uno de ellos es exclusivo de Allah, ar-Raḥmán, pues Él es Aquel Cuya misericordia abarca todas las cosas y nadie más es designado con ese calificativo. En el Corán se dice: “¡Invocad a Allah o invocad al Misericordioso (ar-Raḥmán), por cualquiera de ellos que Lo invoquéis Suyos son los nombres más hermosos!”. Mientras que raḥim puede ser aplicado al ser humano. Allah dice de Sí mismo: “En verdad Allah es Perdonador (Ghafur), Compasivo (Raḥim)”.Y dice refiriéndose a Su Profeta: “Con los creyentes es clemente (raúf), compasivo (raḥim)”.
También se ha dicho que Allah es el Raḥmán de esta vida y el Raḥim de la otra vida; y ello es porque Él es Aquel Cuya misericordia abarca a todos, creyentes e incrédulos, como la lluvia que cae para todos y a todos beneficia, y el Raḥim es Aquel que ha preservado Su misericordia para los creyentes en la otra vida. Allah dice: “Mi misericordia abarca todas las cosas y la prescribiré para aquéllos que tienen taqua”, es decir, aquellos que tienen conciencia de Allah, lo reconocen como su Señor y acatan Sus órdenes y evitan Sus prohibiciones.
La creación es en sí misma un acto de raḥma, es la expresión de la voluntad divina de hacer el bien. Allah dice: “Y no he creado a los genios y a los hombres sino para que Me adoren”, es decir, para que Me conozcan. Y ese conocimiento de Allah es el bien máximo (Iḥsán). Al mismo tiempo hay dos dones que afectan a todos los seres vivos: el don de haber sido traídos a la existencia y el don de ser mantenidos en ella. El Raḥmán es el que Nos favorece con la bendición de hacernos venir a la existencia, y el Raḥim es el que Nos favorece con la bendición de darnos continuidad en ella.
Es la raḥma de Allah la que hace surgir a las criaturas y la que se manifiesta en ellas. Por eso dice Allah en Su libro: “El Raḥmán sobre el Trono se asentó”. Asentarse es el uso metafórico de la imagen de un rey que se sienta en su trono, aludiendo al dominio y a la preeminencia de Allah sobre Su creación; el Trono es esa realidad sutil que encierra el universo y cuanto contiene de forma que todos los mundos son, con respecto a él, como un anillo en un desierto.
Dice Shaij Ibn ‘Aṭáillah en sus ḥikam: ¡Oh Aquel que se asentó con Su cualidad de Raḥmán sobre Su Trono y el Trono desapareció en Su cualidad de Raḥmán al igual que los mundos desaparecieron en Su Trono!
Nuestra relación con los nombres de Allah y Sus atributos se establece en tres niveles.
El primero es aferrarse a ese nombre o atributo, conectarse a él. Aferrarse al nombre del Raḥmán es que Le pidas Su misericordia a través de los medios que Él ha indicado para conseguirla, como volverse a Él, pedirle perdón y hacer el bien. Dice Allah: “Vuestro Señor se ha prescrito a Sí mismo la misericordia. Quien de vosotros haga un mal, por ignorancia, y luego se vuelva (en arrepentimiento) después de ello, y rectifique, Él es Perdonador, Compasivo”. Y dice: “En verdad la misericordia de Allah está cerca de los que hacen el bien”.
El segundo es adoptar o imitar su cualidad. El Mensajero de Allah, al que Allah le dé Su gracia y paz, dijo: “Adoptad las cualidades de carácter del Misericordioso”. Y en otro hadiz dijo: “En verdad Allah, sea ensalzado, tiene trescientas cualidades de carácter; quien se encuentre con Él teniendo una de ellas, a la vez que el tauḥid (el reconocimiento y la declaración de Su unicidad), entrará en el Jardín.
Adoptar la cualidad del Raḥmán es que mires toda la creación con el ojo de la misericordia. Adoptar la cualidad del Raḥim es que socorras a los pobres y a los apesadumbrados y tengas compasión con todos los siervos de Allah sin excepción.
Y el tercero es hacerlo realidad en uno mismo, descubrirlo en uno mismo reconociendo que pertenece a Allah. El hadiz que dice: “En verdad Allah creó a Adam según Su imagen” se ha interpretado en el sentido de que lo creó y le dio atributos parecidos a los Suyos.
Hacer realidad el nombre Ar-Raḥmán, así como Ar-Raḥim, es que la misericordia y la compasión sean en ti algo natural, intrínseco, hasta el punto que seas una misericordia y un refugio para los siervos de Allah, siguiendo los pasos del Mensajero, al que Allah le dé Su gracia y paz, del que Allah dice: “Y no te hemos enviado sino como una misericordia para los mundos”.
Esta conexión con los nombres y atributos divinos forma parte de la conducta y los estados del mejor de la creación, el Profeta Muhammad, al que Allah le dé Su gracia y paz. Así encontramos que cuando prevalecía en él aferrarse al atributo de la riqueza de Allah y adoptarlo para sí, se manifestaba a través de él el milagro de dar de comer a una multitud de gente a partir de una pequeña cantidad de comida. Y cuando prevalecía en él la realidad de su absoluta dependencia de su Señor, se hallaba en la situación de tener que atarse una piedra al vientre a causa del hambre. Igualmente manifestó su necesidad de la misericordia de Allah, a pesar de que él había sido enviado como una misericordia para los mundos, cuando dijo que nadie se gana el Jardín por sus obras; y al ser preguntado: “¿Ni siquiera tú, Mensajero de Allah?”, contestó: “Ni siquiera yo, a menos que Allah me cubra con Su misericordia”.