El presidente iraní ha capitalizado la vorágine geopolítica en la que accedió a su puesto como jefe de Estado. La cumbre del P5+1, celebrada en Ginebra a finales de noviembre, situó a Irán directamente en el centro de la escena internacional, los Pes (los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU y Merkel) fueron prisioneros de esa estratagema diplomática. Todos estos estados han alineado sus intereses con Irán al mismo tiempo que el derramamiento de sangre en Siria cementa en una falsa narrativa del P5+1 e Irán frente a los saudíes, Turquía y las bandas de yihadistas que causan estragos en Siria. La Cumbre de Ginebra no tuvo nada que ver con energía nuclear –el acuerdo alcanzado fue lentamente cediendo a favor de Irán– y tiene mucho que ver con la aparición de nuevas alianzas y juegos geopolíticos en el Medio Oriente, con Siria como energía centrífuga.
El hecho es que si uno se aleja de esta dialéctica, en la que los estados Occidentales se alinean con Irán mientras mantienen un discurso diferente, todo comienza a tomar un tono grisáceo. En términos puramente estratégicos la presencia de ciertos grupos para-militares en Siria ha causado más daño que beneficio a los que han sido acusados de apoyarlos. Se ha aislado a Arabia Saudita a la vez que se ha ejercido presión para que continúe en sus esfuerzos de apoyar una guerra civil sin resultados. Los Ijwaan en Estambul continúan siendo cada vez más irrelevantes y la dependencia turca del petróleo iraní ha vuelto al centro de atención con las acusaciones de corrupción presentadas sobre la directiva de la banca estatal que supervisaba la política oro-por-petróleo. La llamada de libertad del pueblo sirio después de décadas de liderazgo orwelliano ha sido acallada por el hacha de guerra. Los distintos bandos neutralizados por sus diferencias internas insustanciales.
Esto nos lleva a la cuestión de lo que significa este acercamiento a Irán, dentro del contexto geopolítico mundial, para los más de mil millones de musulmanes que una vez más se encuentran acorralados en una dialéctica desde la que nos podemos expresar pero no podemos actuar.
El aislamiento Supranacional de los Estados
Siria es el resultado de una vieja lógica y forma de razonamiento que sentó las bases de las estructuras económicas y políticas que ahora están cayendo a pedazos. Es la lógica que dio origen a la idea del nacionalismo, de la nación-estado y el fundamento de las relaciones internacionales como expresión de los intereses de estas entidades políticas.
De esta forma el nacionalismo dio libertad ideológica al gobierno de la minoría de Assad. Lógicamente, con el tiempo, este gobierno se enfrentaría a las exigencias de la mayoría musulmana de Siria. Arabia Saudita, igualmente producto de este nacionalismo, usaría las crueles herramientas de la intervención extranjera, que ella misma había experimentado, y el AKP turco utilizaría sus afinidades con los Ikhwan con el fin de imponer su influencia en Siria. Lógicamente Irán prefiere apoyar un régimen asesino que ver a musulmanes libres que cortarían su punto de enlace con Palestina. Por lo tanto, se puede esperar que el P5 termine alineándose con una Irán chií. A pesar de su posición ideológica, la base del estado iraní es más congruente con los estados occidentales que las de los estados árabes que ellos mismos producen. Así pues, en Siria, el colapso de esta lógica es el resultado de las necesidades de los estados para proteger sus intereses vitales, en lugar de proteger mujeres y niños.
El acercamiento a Irán, a pesar de la cautela que usan los actores involucrados para definirlo, representa el fin del ideal normativo de una Comunidad Global a la que ahora se supeditan los particulares de intereses nacionales. Aunque los intereses nacionales siempre han sido fundamentales en el juego geopolítico, las reivindicaciones anteriores con referencia a la necesidad de una justicia global ya no son capaces de producir ramificaciones reales.
América y la Unión Europea se han retirado de la función de policías morales globales ante las crisis económicas y las incertidumbres de integración dentro de la UE. La alineación con Irán apunta hacia la necesidad de asegurar intereses a través de satélites aliados, cuando hace una década estarían garantizados por la declaración de una moral imperativa y una acción directa.
Hacia la revalorización de todos los valores
Este colapso de la lógica de los estados y de la Comunidad Global, exige que los musulmanes se den cuenta del mundo que está surgiendo ante nuestros ojos. En primer lugar, ya no podemos depender de estados ni de líderes de la antigua generación para que nos representen. No existe la Comunidad Global, sino intereses locales y los musulmanes caen con demasiada frecuencia en el lado equivocado de estos intereses.
En segundo lugar, los musulmanes debemos comenzar a fortalecernos con el fin de ser capaces de ser una unidad. Si no podemos hacer nada para detener la guerra de Siria, podemos ayudar a los afectados y podemos desarrollar nuestra unidad con el fin de detener una situación similar en el futuro. Las tendencias actuales apuntan a que Siria es la primera entre muchos casos que están por llegar. Asia Central será el siguiente escenario.
Si los musulmanes se encuentran relegados continuamente a un rincón dialéctico, ¿dónde están nuestros líderes, aquellos que nos representan y que deben conducirnos fuera de ese rincón? No necesitamos de estados para construir comunidades que sean capaces de funcionar, desarrollarse y enriquecerse a través del comercio. Tenemos que desarrollar una nueva generación de líderes de entre estas comunidades que son capaces de hablar en un idioma global, sin perder el significado del Islam. Los musulmanes deben construir unidad a través de comunidades y crear liderazgo que pueda sentar los pilares para afrontar las reglas de juego del futuro que se presenta ante nosotros.
Siria deja entrever que, a pesar de todo, los musulmanes son fundamentales para el desarrollo de este futuro. Podemos continuar sin líderes y ocuparnos en separaciones morales internas o podemos redefinir el mundo y nuestra posición en el. Desde esta posición podemos redirigir al mundo fuera de la ideología de esta lógica ya acabada y reemplazarla con una guiada por el honor del Islam.