La repentina vocación pedagógica de los banqueros durante estos últimos años no tiene otro objeto que garantizar que los ‘clientes’ del mañana no cuestionen la naturaleza criminal del sistema financiero.
Nunca una generación había dicho preocuparse tanto por los hijos como ésta,
y ninguna ha destrozado tanto el mundo que les va a dejar en herencia.
(Iñaki Gabilondo, La voz de Iñaki, 1/4/2015).
Grandes banqueros, entre ellos los consejeros delegados del Banco Santander y del BBVA, incluso el presidente de la patronal bancaria, José María Roldán, regresaron a las aulas por unos días. Su inesperada pero bien publicitada labor de catequesis financiera tuvo lugar en el marco del programa “Tus finanzas, tu futuro” que la Asociación Española de Banca (AEB) desarrolló, durante la segunda semana de marzo, en más de 100 colegios de toda España, coincidiendo con la European Money Week, una iniciativa de la Federación Bancaria Europea para promover la educación financiera, que ha tenido lugar simultáneamente en 31 países de Europa, y la Global Money Week, con idéntico propósito, a nivel mundial.
La campaña, que no se limitó sólo a las escuelas, incluyeron visitas y talleres en espacios tan educativos como la Bolsa de Barcelona, con títulos tan sugerentes como “Finanzas para la vida” o «Endeudarse con cabeza». Tal vez sea mejor reír para no llorar. Ahora parece ser que los culpables de la crisis han sido los propios ciudadanos, que no tenían suficiente “cultura financiera”… Antes de que se manifestara la crisis de las hipotecas de alto riesgo en el sistema financiero de EE. UU., verano de 2007, Bernard Madoff fue capaz de estafar a un buen número de clientes, la mayor parte de ellos con gran experiencia en la propia industria de servicios financieros.
Preocupados, si no por su mala conciencia, al menos por su miedo a una mala reputación, ¿a quién podrían convencer, con este intento de lavado de imagen y propaganda, de que “un mayor conocimiento” de las prácticas financieras evitarían (como era su aparente intención) el desastroso resultado de la lógica irracional de la codicia?
“Los mercados se nos venden como algo muy racional… La racionalidad implica aprendizaje. Pero los mercados no aprenden. Es algo que el sentido común no entiende, pero los mercados no aprenden. La siguiente crisis se producirá. Si tardará seis meses o un año, no lo sé, pero sin duda se producirá […] la gente que no se lo merece, se enriquecerá, y otra gente que tampoco se lo merece, se empobrecerá, y dos años más tarde volveremos a empezar de cero” (Rainer Voss, ex banquero de inversión).
Pero esta actividad “pedagógica” de los bancos no es nueva en España. Desde hace varios años se vienen llevando a cabo programas de educación financiera, como es el caso del BBVA, mediante “voluntarios” (empleados y ex empleados de la entidad bancaria) como profesores, desde 2008; sin duda convencidos de que -en palabras de su presidente, Francisco González Rodríguez- “la educación financiera revierte en ahorradores más consistentes y en deudores más responsables” (Carta del Presidente, Informe Anual 2009, BBVA). Esta misma entidad, precisamente, es la que patrocinó y financió el informe PISA que en su última edición (2012) evaluó por primera vez los conocimientos financieros de los jóvenes de 15 años de dieciocho países de la OCDE.
Hoy la OCDE, organización que, como su nombre indica, Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, está enfocada enteramente al desarrollo “económico”, ha ocupado el lugar de la UNESCO como autoridad educativa mundial. Y está estableciendo un modelo educativo basado en la economía como el valor central a través del Informe PISA, modelo que se presenta como incuestionable. La mercantilización de la educación ha dejado de ser una tendencia para convertirse en una incontestable realidad. Su propuesta “educativa” significa la completa sumisión de la educación a la economía neoliberal, basada en la economía especulativa de las finanzas. Y todos los organismos internacionales están vinculados, de un modo u otro, en este cometido a escala planetaria.
“Los consumidores deben recibir educación financiera lo antes posible, empezando en la escuela. Las autoridades nacionales deben estudiar la posibilidad de que la educación financiera forme parte obligatoriamente de los planes de estudio”. Ésta es la recomendación de la Comisión Europea y de la OCDE, que ha sido seguida, en diferente grado, por un buen número de Estados (Reino Unido, Australia, Nueva Zelanda, Japón, Sudáfrica, EE. UU. y Bélgica, por mencionar algunos).
En España, en septiembre de 2009, el entonces ministro de Educación del Gobierno socialista, Ángel Gabilondo, dio el primer paso firmando un convenio de colaboración con el Banco de España y la CNMV, Comisión Nacional del Mercado de Valores, entidades que habían impulsado, en 2008, el primer proyecto de educación financiera con vocación generalista, el Plan de Educación Financiera, al que, por supuesto, después se unieron bancos, cajas de ahorro, aseguradoras, asociaciones de consumidores, de pensionistas… Habían conseguido uno de sus principales objetivos: la implantación del plan en las escuelas. El segundo quinquenio, que prorroga al anterior (2008-2012), se encuentra en plena vigencia (2013 a 2017). En la clasificación de gastos que se está enseñando en los institutos dentro de su programa “Finanzas para todos”, se sitúa en un nivel más alto el pago de la hipoteca que la alimentación.
“All money is a matter of belief”. Poco más que decir después de conocer que esta cita de Adam Smith encabeza el Informe español sobre PISA 2012, Competencia financiera, del Ministerio de Educación. El actual Gobierno del Partido Popular -poco parece importar aquí la derecha o la izquierda- continúa desarrollando el plan. En la última reforma educativa, la LOMCE, se habla más de conceptos empresariales que humanísticos. La educación como “motor que promueve la competitividad de la economía”; aprendizajes imprescindibles para formar trabajadores versátiles y sumisos, preparados para gestionarse ellos mismos los seguros médicos, planes de pensiones y demás servicios que el “Estado del bienestar” ya no proporcionará más.
Tanto para la etapa Primaria como para la Secundaria y el Bachillerato, se destaca en la nueva normativa educativa oficial el valor del “espíritu emprendedor”. En palabras de Santiago Íñiguez, decano de la IE Business School: “Los emprendedores serán los héroes de la próxima generación”. Éstos son los nuevos héroes globales. Ganar dinero -en realidad, hacer ganar mucho dinero a otros- no es su única aspiración, también creen que jugarán un papel importante en el forjamiento de un “nuevo mundo”. Pero sólo se trata de un último intento de engañar a la muerte, como nuevos Sísifos -tan astutos, “inteligentes” y usureros como el personaje mitológico-, por parte de un sistema que muere.
Pero ante la culpa y el destino de cargar con la gran roca, eternamente, hasta la cima de la montaña, los musulmanes representamos una posibilidad real de transformación, comenzando por aquello que nos es más necesario hoy, la salvaguarda y la formación de nuestros hijos; para establecer unos parámetros sociales y económicos muy diferentes: ante la astucia y la especulación, la firmeza y la generosidad; ante el miedo, la base real de este sistema, la energía y la alegría de los que están confiados en su Señor.
Esto significa una labor ineludible de reeducación. Forjar hombres que sean capaces, como nuevos Aquiles, de convertir la justa furia de su juventud ante el panorama desastroso que tienen delante en un proyecto vital compartido, fundado en la confianza, la lealtad y el honor. Y mujeres -que tienen la llave de la educación de los niños- que aporten los elementos esenciales de una auténtica civilización: el realismo y la compasión.