La Comisión Islámica de España (CIE) es la entidad representativa de las comunidades religiosas islámicas para la negociación, firma y seguimiento de los Acuerdos de Cooperación entre estado español y las confesión musulmana suscrito en 1992. Durante estos más de 20 años de andadura la CIE ha estado envuelta en constantes problemas organizativos que en la práctica han supuesto un bloqueo del desarrollo de dichos cuerdos. La situación actual no parece mejor. Para una parte de los musulmanes, en la CIE no están todos los que son, y para otra, no son todos los que están.
La práctica religiosa en España, un país considerado tradicionalmente abanderado del catolicismo en el mundo, ha descendido a menos de un tercio de la población. El país, en términos generales, es laico y los practicantes religiosos no son todos católicos. Protestantes, ortodoxos y musulmanes reivindican ser las segundas comunidades religiosas. No hay censos que proporcionen datos de afiliación religiosa, sólo estimaciones del Centro de Investigaciones Sociológicas y del Registro de Entidades Religiosas del Ministerio de Justicia.
Lo que parece evidente es que la religión, al menos en su expresión formal tradicional, ha pasado a situarse en un segundo plano. Los asuntos económicos y políticos son los que preocupan más a los ciudadanos. Pero la Constitución Española consagra la libertad religiosa en condiciones de igualdad e insta a “los poderes públicos” a “promover las condiciones para que la libertad e igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas” y a “remover obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social”.(Art. 9.2)
Para tal fin se firmaron los Acuerdos del 92 y se creó la CIE. Pero si bien a la hora de enunciar derechos el legislador fue modélico, los poderes públicos han fracasado a la hora de garantizar su cumplimiento. ¿Son ellos los únicos responsables?
Diversidad
Las divisiones y enfrentamientos internos entre corrientes, grupos y personalismos; la falta de mecanismos de desarrollo de los Acuerdos -especialmente la falta de financiación-; las constantes ingerencias de terceros países; y una coyuntura geopolítica catastrófica para los musulmanes, han amplificado los efectos de la falta de voluntad política de un estado donde, según Abdennur Prado, autor de “Ser musulmán en España” (Milenio-2012) hay una “falta absoluta de cultura del pluralismo religioso”.
Para Riay Tatary, Secretario General de la CIE desde sus inicios y Presidente de la Unión de Comunidades Islámicas de España (UCIDE), “La CIE continua ahora una función administrativa mínima, mientras unos pocos se arrogan una representatividad que no tienen y toman decisiones y actúan sin consulta ni consenso con la mayoría de las comunidades”. Y añade: “Dado que no parece que haya voluntad por parte de los poderes públicos para implementar plenamente el Acuerdo de Cooperación, parece que la situación actual, en la que se pueden incorporar a la CIE las comunidades religiosas que lo deseen para beneficiarse del Acuerdo, y que las funciones de ésta sean las mínimas administrativas para las acreditaciones –de profesores de religión y de asistentes religiosos-, sin consenso interno y con estatutos anticuados, resulta óptima
para quienes no quieren llevar a cabo la plena ejecución del Acuerdo, o no quieren verse implicados en ella, ni quieren ver una CIE sólida y unida ante los poderes públicos, con la ejecución de maquinaciones en las que acaban desempeñando algún papel algunos musulmanes, por ingenuidad quizás, pero con la consecuencia real de la ruptura del consenso y de la unidad de acción”.
Sin embargo Mounir Benjelloun, Presidente de la Federación Española de Entidades Religiosas Islámicas (FEERI) y también Secretario General de la CIE, la actual “es una situación mejor que la de antes tras la celebración de la Asamblea General, convocada por el Secretario General de FEERI, a la que asistieron todas las federaciones. Está funcionando bajo nuevos estatutos…Nuestra propuesta ha sido cambiar los estatutos de la CIE adaptándolos a la nueva realidad: hay 17 federaciones -antes sólo formaban la CIE dos federaciones, UCIDE y FEERI- y todo el mundo tiene derecho a participar…Incluso UCIDE estaba de acuerdo en esto en un 85%. Sólo había tres puntos que eran objeto de conflicto o disconformidad por parte de la UCIDE”.
Pero ese desacuerdo ha sido suficiente para que UCIDE quiera impugnar los acuerdos de la Asamblea General, por lo que los nuevos estatutos pueden estar en suspenso hasta que los tribunales se pronuncien.
Independencia
En lo que todo el mundo está de acuerdo es que la organización del Islam en España es cosa de españoles y debe estar libre de inferencias de terceros países. Para Malik Ruiz, Presidente de la Fundación Mezquita de Granada y de la Comunidad Islámica en España, una de las primeras asociaciones musulmanas que se crearon en el país: “Falta una visión unificada y de conjunto. La CIE debería ordenarse en base a proyectos. Los Acuerdos han quedado anticuados y deberían revisarse. Sería muy positivo que la organización de los musulmanes en España estuviera libre de inferencias extranjeras y que las comunidades asumieran su papel en esta sociedad”.
Para Félix Ángel (Mohamed Amín) Herrero Durán, Vicepresidente de la Federación Musulmana de España (FEME), consejero de FERRI y de CIE, “Las ingerencias gubernamentales de Marruecos, muy mal enfocadas por parte de los anteriores dirigentes de FEERI, crearon el ambiente propicio para una lucha política entre marroquíes en territorio español…¡Yo borraría del mapa a la CIE por Decreto Ley!”
Ahmed Dib L’hioui, Presidente del Partido Renacimiento y Unión de España (PRUNE) de inspiración musulmana, afirma: “primero hay que informar y formar a los futuros dirigentes y responsables musulmanes, también hay que renovar los Acuerdos y las comunidades deben democratizarse y ser transparentes en su gestión”. Aunque a la mayor parte de los entrevistados les parece mejor para la participación política de los musulmanes que se integren en partidos políticos tradicionales o nuevos movimientos sociales, para el Presidente del PRUNE hay cabida en España para un partido que represente a una minoría, sea religiosa o cultural, como ocurre en Francia, Bélgica y Holanda. De todos modos insiste en que “en Islam en España debería estar regido por musulmanes españoles de origen o nacionalizados”.
Pero la verdadera independencia de la CIE pasa por administrar unos recursos económicos propios de los que hoy por hoy carece. Para ello hay muchas propuestas. Desde incluir una casilla en el IRPF, como en el caso de la Iglesia Católica, hasta recaudar fondos entre las federaciones, pasando también por crear negocios adscritos a fundaciones cuyos beneficios sirvan para mantener infraestructuras y liberados. “Hoy por hoy la CIE no cuenta con una estructura y todo el trabajo es a costa del bolsillo del voluntariado” afirma Benjelloun. “La Fundación Pluralismo y Convivencia trató de aliviar esto, pero su planteamiento no es el correcto, porque los que solicitan financiación son entidades religiosas y la Fundación financia sólo proyectos culturales. El trabajo de la Fundación ha sido bueno pero muy insuficiente”. Tatary cree que “la libertad religiosa no necesita financiación sino legislación y políticas que garanticen su ejercicio y remuevan los obstáculos existentes. La CIE debería tener su independencia económica con las aportaciones internas sin perjuicio de las colectas o cuestaciones que pueda realizar y recibir de instituciones nacionales o extranjeras, públicas o privadas, sin ánimo de lucro ni relaciones de subordinación”.
Normalización
Haciendo balance de estos 20 años de trabajo Tatary reconoce algunos logros: “Hemos conseguido el desarrollo de la normativa legal necesaria para la puesta en práctica de la Enseñanza Religiosa Islámica en centros educativos públicos y concertados; la asistencia religiosa en centros penitenciarios; la Seguridad Social para los imames; la exención del IBI municipal y el impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales; la inscripción en el Registro Civil del matrimonio islámico; y la intermediación con el gobierno…” Para Benjelloun el principal reto es conseguir “la normalización del Islam, que la sociedad perciba como normal que haya musulmanes españoles” y no considerarlos un cuerpo extraño, ajeno a la sociedad, surgido de la inmigración.
Abdennur Prado cree que como paso previo a cualquier política pública sobre el Islam debe aceptarse el respeto al pluralismo interno de las comunidades musulmanas: “Asumir que el Islam es acéfalo y no clerical; asumir que en democracia no se pueden plantear órganos de representación que no hayan sido escogidos de forma libre y transparente por aquellos que han de ser representados; mantener abiertas vías de interlocución con diferentes organizaciones a partir del principio pragmático de la idoneidad; promover la emergencia de un órgano de debate e interlocución plural en el que quepan todas las tendencias…” Prado también afirma que “Veinte años después…el desarrollo de la libertad religiosa de los ciudadanos musulmanes está en una situación precaria, incluso peor que en 1992…Los musulmanes, en tanto que individuos, son parte de esta misma sociedad, no forman un bloque aparte…” Propone la participación de los musulmanes en todos los ámbitos sociales sin renunciar al punto de vista islámico, buscando alianzas con aquellos sectores de la población que están luchando por mejorar y cambiar las cosas en una situación de crisis económica, política y social. “Es el momento de luchar no por el triunfo del Islam, sino por el triunfo de aquellos valores y principios trascendentes, aquellas aspiraciones más nobles del ser humano que el Islam representa y puede aportar para la mejora de nuestra sociedad”.