Clases de costura para niñas

Desde los principios de la vida en la Tierra el ser humano ha elaborado ropas con las que cubrirse utilizando diversos materiales y técnicas que se han ido perfeccionando a lo largo del tiempo y en los distintos pueblos de acuerdo con las costumbres propias de cada zona.

Es muy curioso constatar que la fabricación de ropas y el arte de la costura es casi tan antiguo como la humanidad misma y que podemos encontrarnos en algún museo arqueológico agujas e incluso botones hechos de hueso datados en los periodos más remotos de la antigüedad conocida.

En las culturas más evolucionadas siempre han tenido gran desarrollo estas técnicas, llegando a dar lugar a piezas bellísimas, verdaderas obras de arte en lo que se refiere a tejidos, bordado, encajes, diseño o la confección en sí misma de diversas prendas tanto para el vestido como para otros usos prácticos y decorativos. Desde Asia a Europa, pasando por las peculiaridades características de cada país y cada época, nuestra vida lleva siglos rodeada, muchas veces sin que nos demos cuenta, de diversos tejidos en todas las áreas habitables en las que nos movemos: cortinas, manteles, sábanas y tapicerías de mobiliario, incluso de los vehículos que utilizamos hoy en día, aunque éstas sean la mayoría de las veces de materiales sintéticos propios de nuestra época.

En la actualidad, tanto en esta área como en muchas otras, las características propias del modelo económico predominante, enfocado al consumo masivo y a  la industria como medio de explotación abusiva de los recursos para el enriquecimiento de unos pocos y no como trabajo bien hecho realizado para cubrir las necesidades humanas ‒hablando no solamente en términos materiales, sino de bienestar general y saludable‒, han hecho que la evolución de todo este aspecto de la vida se haya enfocado hacia un movimiento comercial de proporciones inauditas que hacen cada día más patentes las grandes diferencias sociales existentes.

Tanto en el área de la salud como en el de la comida, como por supuesto en el de la ropa, lo natural, lo saludable, aquello que Allah, subhana wa ta’ala, ha creado para la vida del hombre y la mujer en la Tierra, aquello que nos ha sido dado para cubrir todas nuestras necesidades está poco a poco siendo acaparado por unos pocos que dan al resto de la humanidad sustitutos, como los conquistadores daban a los indígenas conquistados piezas de vidrio sin valor alguno a cambio de oro, y vestirse de petróleo, con diseños horrorosos y confección desastrosa, en lugar de algodón, seda, lino… es muchas veces el recurso que les queda a muchas personas.

Sin embargo, comprar materiales naturales sin confeccionar todavía está al alcance de cualquier bolsillo; hacer nuestros propios diseños y vestir nuestros cuerpos, a nuestros hijos y nuestras casas a nuestro gusto, e incluso influir en el mundo tan mediático de la moda con buen gusto, no está lejos de nadie.

Aunque siempre ha existido la profesión de sastre ejercida por hombres, tradicionalmente en nuestra cultura han sido las mujeres quienes aprendieron a coser para sus casas, ya que eso formaba parte de la economía doméstica igual que hacer una mermelada o una conserva para aprovechar el excedente de fruta cada temporada; pero también formaba parte de una buena educación, contemplando, a la par que la destreza en la habilidad manual, el refinamiento y la sensibilidad para el buen gusto y el cuidado por las cosas bien hechas.

En esta época en que existe una tendencia a que hombres y mujeres se diferencien cada vez menos, creo que es muy importante que ambos sexos adquieran durante su educación una formación diferenciada que estimule las cualidades y características propias de cada uno. Son muchos ya los psicólogos que claman y las voces que se levantan en favor de esta diferenciación que permita a cada uno el desarrollo de lo mejor de sí mismo sin estereotipos ni prejuicios, que si bien hace años se daban en el sentido de no permitir a ninguna mujer ciertas actividades para las que podía estar muy bien cualificada, hoy se dan en sentido opuesto con una especie de veto social a lo que tradicionalmente en la sociedad occidental han sido asuntos de la mujer, administrados y gestionados por ellas.

Con este objetivo, se estuvieron impartiendo el pasado curso en el anexo al Centro Islámico de la Mezquita Mayor de Granada clases de costura para niñas, y aunque se trataba todavía de un pequeño grupo, han gozado de un gran éxito en su realización.

A lo largo del curso hemos podido observar el efecto positivo que las clases han tenido sobre la capacidad de concentración de las niñas, así como en el desarrollo de su creatividad, por mencionar sólo algunos de sus aspectos más evidentes.

Esperamos, con la ayuda de Allah, continuar con estas clases el próximo curso, ya que tanto maestras como alumnas hemos participado hasta el final con gran satisfacción y entusiasmo.

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