Mi nombre es Alex; hoy en día, para la mayoría, Ali Rida. Me convertí al Islam en agosto del 2014, la mejor decisión que haya tomado en mi vida. Puedo decir que conocí el Islam realmente a través de mi madre, conversa seis años antes.
En el pasado yo era una persona atea, sin conocimiento religioso y sin apenas ganas de investigar o pararme a pensar sobre asuntos más importantes que lo que eran para mí en ese momento levantarme e ir al instituto, al gimnasio y quedar con mis amigos.
Cuando mi madre me hablaba sobre el Islam, yo no quería escucharla, muchas veces por rabia de oír cosas que tenían más lógica y verdad que las que podía haber oído jamás. Aun así no quería entrar en razón.
Dios guía a quien quiere y cuando quiere, eso está más que claro. No fue hasta casi los diecinueve años cuando mi forma de ver y vivir la vida cambiaron, ya no me gustaba mi rutina de vida; salir de fiesta me parecía inútil, las tonterías que antes hacía me resultaban vergonzosas. Encontraba un vacío en mi vida. No tenía sentido. Veía cómo mis amigos pasaban simplemente el rato; pero para mí no era suficiente, no podía creer que la vida fuera levantarse y nada más que “perder el tiempo”. Tenía que haber algo.
Además del vacío que sentía, empecé a tener experiencias en las que podía jurar que, si Dios no movía todo para que sucediera, ¡ni juntándose todo el mundo eso podría ocurrir!
Cuando me mudé a Granada, fue cuando sentí que realmente creía en Dios, pero ¿qué Dios? No me consideraba cristiano, ni judío, tampoco musulmán, simplemente creía.
Faltaba algo, y era conocer realmente el Islam. Cuando dejé que mi madre me contará más cosas sobre el Islam -yo mismo indagué un poco más-, fue cuando sentí que tenía que ser musulmán. El Islam lo tenía todo, todo lo que buscaba, lo que necesitaba.
Sentí que era el camino que debía seguir. Ahora puedo entender a mi madre cuando abrazó el Islam, ya que no es una simple religión, es una forma de vida.
En pocas palabras, el Islam me ha ayudado a conocerme mejor y a sentir paz en mi interior.