Qadi ‘Iyad y el ‘Shifá’

Qadi ‘Iyad y el ‘Shifá’

Su nombre completo es Abul-Fadl ‘Iyad Ibn Musa Ibn ‘Iyad Ibn ‘Imrán Al-Yahsabí, Al- Andalusí, As-Sabtí (el ceutí), Al-Malikí.

Sus antepasados, de origen árabe genuino, se habían asentado en la zona de Baza y de ahí se trasladaron Al Magrib, estableciéndose en primera instancia en Fez y luego en Ceuta, donde nació en el año 476 de la hégira (1083 d. C.).

Su padre, Abu ‘Abdillah Muhámmad, dijo acerca de él: “Creció honesto y protegido, aceptando de buen grado las penurias, de palabras y hechos loables, distinguiéndose por la nobleza, el entendimiento y la perspicacia, buscador del saber, empeñado en él y esforzado, respetado y enaltecido entre los maestros de su tiempo, a los que frecuentaba con asiduidad”.

Y dijo Jalaf Ibn Bashkúwal (el hijo de Pascual): “Era de la gente de conocimiento que destaca en varios saberes con inteligencia y comprensión”.

Vivió en la época de los almorávides y en la de los almohades y viajó entre Al-Ándalus y Al-Maghrib como era costumbre en aquel tiempo, especialmente entre la gente de saber, cuando ambos territorios se consideraban dos orillas de una misma realidad.

En el año quinientos quince de la hégira (1121 d. C.) fue designado cadí de Ceuta, donde permaneció un largo tiempo, siendo recordado por el excelente desempeño de su cargo.

En el año quinientos treinta y uno (1136 d. C.) fue designado cadí de Granada, donde sólo permaneció un breve tiempo. Y a finales del año quinientos treinta y nueve (1144 d. C.), el emir Ibrahim Ibn Táshufín lo designó nuevamente cadí de Ceuta.

Más tarde, al principio de la conquista almohade, fue desterrado a Marrakech, donde murió asesinado de una lanzada por haberse negado a reconocer a Ibn Túmart como el mahdi esperado por los musulmanes y haber negado su infalibilidad. Allí fue enterrado en la puerta de Aylán en el año 544 (1149 d. C.).

Ibn Jalakán dijo de él: “Era el imam de su tiempo”. E Ibn Farhún escribió: “Era el imam de su tiempo en el hadiz y sus ciencias, conocedor del tafsir y todas las demás ciencias, alfaquí de los que conocen la raíces, erudito de la gramática, el fiqh, la lengua, las expresiones de los árabes, sus hazañas y sus linajes, protector de la escuela de Málik, poeta espléndido, transmisor del conocimiento de la literatura, orador elocuente, de carácter paciente, indulgente, de buen trato, generoso, benévolo, pródigo en dar sádaqa, perseverante en el trabajo y firme en la verdad”.

La importancia de su obra Ash-Shifá, una de las obras más reconocidas y comentadas en la historia del Islam, radica esencialmente en que pone de manifiesto la importancia que posee y la consideración que merece el mejor de la creación, nuestro maestro y profeta Muhámmad, que Allah le dé Su gracia y paz. Qadi ‘Iyad lo tituló La curación por medio de dar a conocer lo que le es debido al Elegido.

Está dividido en cuatro partes: la primera trata de cómo Allah ensalza la importancia del Profeta, al que Allah le dé Su gracia y paz, de palabra y de hecho. Y encierra cuatro capítulos: El capítulo primero trata del elogio que Allah, sea ensalzado, hace de él y cómo manifiesta la enorme importancia que tiene junto a Él. El capítulo segundo trata de cómo completó sus buenas cualidades tanto de constitución física como de carácter y reunió en él todas las virtudes del Din y de este mundo armónicamente. El tercer capítulo trata de las tradiciones auténticas y conocidas aparecidas sobre su enorme importancia ante su Señor y su rango, así como el honor que le concedió en exclusiva en ambas moradas. El cuarto capítulo trata de los signos y prodigios que Allah, sea ensalzado, manifestó a través de él y las distinciones y milagros con los que lo honró.

La segunda parte trata de lo que es obligado para los seres humanos en relación a sus derechos, sea con él la Paz. Y tiene a su vez cuatro capítulos: El primer capítulo trata del precepto de creer en él y la obligatoriedad de obedecerlo y seguir su sunna. El segundo capítulo trata de la necesidad de amarlo y ser leal a él. El tercer capítulo trata del engrandecimiento de lo que tiene que ver con él y la obligatoriedad de respetarlo y honrarlo. El cuarto capítulo trata de la oración sobre él y el saludo, su obligatoriedad y su mérito.

La tercera parte trata de lo que es posible e imposible en relación a él según la ley revelada, así como de los asuntos humanos que cabe o no atribuirle. Dice Qadi ‘Iyad: “Esta parte, que Allah te honre, es el secreto del libro y el núcleo del fruto de estos capítulos. Lo que hay antes son como los fundamentos, los preliminares y los indicios de lo que traemos a colación en él en cuanto a las ideas sutiles claras, y es el juez de lo que hay después de él y el que cumple en cuanto al propósito de esta composición su promesa. Y al culminar su promesa y librarse de su compromiso se oprime el pecho del enemigo maldito y reluce el corazón del creyente con la certeza, y sus luces llenan todo el pecho y el inteligente aprecia al Profeta en su verdadera magnitud”.

Esta parte consta de dos capítulos: el primer capítulo trata de los asuntos del Din que son exclusivos de él, lo que está conectado con la disertación sobre su infalibilidad. Y el segundo capítulo trata de sus estados mundanales y los accidentes humanos que le pueden acontecer.

La cuarta parte trata sobre los distintos aspectos de los juicios sobre quien lo menoscaba o lo insulta, sea con él la Paz. Y se divide en dos capítulos: El primer capítulo explica lo que supone insulto y menoscabo en relación a él, sea por insinuación o de manera explícita. El segundo capítulo trata del juicio del que lo ofende, perjudica y menoscaba. A esto se añade un tercer capítulo, a modo de complemento de lo anterior, que trata del juicio de quien insulta a Allah, sea ensalzado, a Sus mensajeros, a Sus ángeles, a Sus Libros, a la familia del Profeta, al que Allah le dé Su gracia y paz, y a sus Compañeros.

Qadi ‘Iyad une a su gran conocimiento de las fuentes y su dominio de la lengua árabe una profundidad de visión y una sutileza propia de la gente de Allah. Y como tal ha sido considerado a lo largo del tiempo. En la visita a los llamados “siete hombres” de Marrakech, los Siete Walis protectores de la ciudad, él es el segundo en el orden de visita.

Lo que sucede a través de la lectura de Ash-Shifá es que la admiración, la estima y el amor por el Profeta de Allah, al que Allah le dé Su gracia y paz, crecen gradualmente en nuestro interior. Leer el libro con detenimiento supone acceder a lo mejor de nosotros mismos, que es lo que representa el Mensajero de Allah, y el resultado es que el título del libro, Ashshifá, la ‘cura’, se hace realidad y se convierte en una cura para nuestros corazones.

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