Las enfermedades del ego

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Al Sulami fue un sabio sufi iraní del siglo X que entre otros tratados escribió uno titulado “Las enfermedades del ego y sus remedios”. No es necesario ser un iniciado en la espiritualidad sufí para comprender los postulados de esta obra. Sus enunciados participan de un código destinado a los muridín (discípulos) y están concebidos para el trabajo de los estados pasajeros (al-ahwal) y estados permanentes o estaciones (al-maqamat). Sin embargo, esta obra puede servir al lego como una guía universal e intemporal de los principales vicios de carácter del ser humano. Desde el punto de vista de la psicología moderna muchas de sus propuestas pueden parecer un disparate. Pero sólo si se tiene en cuenta una concepción egocéntrica de la realidad, no una cosmovisión teocéntrica como la de Al Sulami.

Abu Huraya relata que el Profeta (SWS) dijo: “La prueba, la pasión y el deseo están amasados en la arcilla de Adán”. Este es el material moldeable del carácter humano que puede llevarle a una esclavitud por el mundo o a una liberación a través de la iluminación interna. Con estas reflexiones, a modo de prefacio, el autor advierte sobre la naturaleza de los asuntos que van a ser tratados en su estudio. Sería inabarcable tratar de resumir aquí algunas de las enfermedades descritas. Sin embargo, por su actualidad, me han interesado algunas que parecen haber sido descritas como si Al Sulami hubiera regresado del otro mundo y hubiera echado un vistazo al nuestro:

…“Una de las verdades del ego es no aceptar nunca la verdad, pues la sumisión es contraria a la naturaleza del ego. Esto resulta principalmente de su debilidad para resistirse a las pasiones y los deseos”…

…“Una de las enfermedades del ego consiste en ocuparse de los vicios de los demás y cerrar los ojos ante los propios”…

…“Una de las enfermedades del ego es la estima que se tiene a sí mismo, y que sienta lástima por la situación en la que se encuentra”…

Sobre la hipocresía, tan presente en nuestros días, Al Sulami dice:

“Una de las enfermedades del ego es dedicarse a embellecer las apariencias; simular humildad sin practicarla verdaderamente, fingir adorar sin estar presente en la adoración. El remedio correspondiente es que el discípulo se dedique a preservar sus secretos íntimos para que sean las luces de su fuero interno las que embellezcan sus acciones exteriores. Entonces estará embellecido sin adorno, será respetable sin admirador, será fuerte sin apoyos. Por eso dijo el Enviado de Allah – que Allah le prodigue bendiciones y paz -: ‘Al que corrige su vida interior, Allah le corregirá su vida exterior'».

Para la vanidad, Al Sulami dedica esta perla:

“Una de las enfermedades del ego es buscar ser el que más sabe, enorgullecerse del propio saber y dárselas -ante los otros – de saber más».

El remedio correspondiente es ver la Generosidad de Allah para con el discípulo porque ha hecho de él un receptáculo de Sus disposiciones; y también practicar constantemente la humildad, la contrición, la compasión por las criaturas y prodigarles buenos consejos.

Nos cuentan que el Profeta – que Allah le conceda bendiciones y paz – dijo: «El que busca la ciencia para lucirla ante los sabios o para discutir con los necios o para atraer la atención, que se vaya buscando un lugar en el infierno».

Y así hablaban los antiguos: «El que aumente en conocimiento, que aumente en temor».

Dice Allah: «En verdad, entre los siervos de Allah, los que temen son los sabios» (Corán 35:28).

Uno le pregunto a Sha’bi: «¿Quién es el sabio?». Y éste respondió: «El sabio es el que teme a Allah el Altísimo».

Para concluir esta breve selección incluiré una reflexión de Al Sulami sobre otro de nuestros vicios más desbocados en la actualidad, sobre todo en el mundillo de las redes sociales, medios de comunicación y reuniones presenciales formales e informales.

“Una de las enfermedades del ego es la profusión de palabras. Esta tiene dos orígenes: uno es el deseo de supremacía que lleva al discípulo a querer hacer ostentación de su conocimiento y de su elocuencia; el otro es la ignorancia de lo que hay que decir.

El remedio correspondiente es que el discípulo tome conciencia de que es responsable de lo que dice, y lo que él dice es inscrito en una cuenta, y que deberá responder por ello; porque dice Allah el Altísimo: “En verdad unos [ángeles] custodios cuidan de vosotros; son nobles escribas” (Corán 82:10). Y dice también: “El hombre no profiere ninguna palabra sin que haya junto a él un ángel observador preparado (Corán 50:18).” Como dijo el Profeta: ”Toda palabra del hombre queda inscrita contra él y le es desfavorable excepto si es para exhortar al bien o para impedir el mal”.

Fuente: http://latribunadelpaisvasco.com/not/2454/las-enfermedades-del-ego/

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