Cuentas en Suiza, recalificaciones y jueces comprados: las cartas en el juego de la ‘D€mocracia’

Democracia

La idea, pongámonos en situación, es que un juego de mesa represente la realidad política. Se juega, entre otras, con estas cartas: «Cuenta en Suiza»,  «escucha ilegal», «recalificación» e «y tú más». Y el juego se llama D€mocracia, con un euro a modo de «e», porque aquí importa ganar las elecciones y para eso hay que tener dinero. ¿Como la vida misma? Esa es la idea. Si alguien piensa que estos muchachos se han pasado en su crítica, que la cosa no está tan mal como la pintan y que la enmienda a la totalidad se descalifica sola, que piense en las cartas que se juegan en el juego de la democracia. El del tablero y el de fuera.

A Carlos Martín, Miguel Santander y Raúl Heredia (por orden: biólogo molecular, astrofísico y neurocientífico) les indigna el actual estado de la política española y les fascinan los juegos de mesa. De estas dos verdades, de las que no tenía por qué surgir nada, brotó D€mocracia, el juego, para el que ahora buscan financiación. Hay muchas conversaciones para salvar el mundo, pero en su caso, una charla en aquellos días de indignación ciudadana y atención mediática al caso Bárcenas desembocó en la conclusión de que ellos deberían mostrar la realidad con tablero, cartas y fichas. O cuando menos, parodiarla.

El objetivo de cada jugador es el poder, que se puede alcanzar representando a un partido mayoritario o a uno minoritario. Si se elige la primera opción, habrá que vigilar los movimientos de los compañeros de partido, porque todos querrán ser candidatos; aunque de puertas hacia afuera se alegue aquello de que se «está al servicio del partido»o de que «ahora no toca hablar de eso». Mentira. «Es que en democracia solo gana uno», explica Carlos. Cada tres rondas se celebran elecciones, en las que se mide el grado de popularidad, que es la que da el poder. ¿Y cómo se alcanza la popularidad? Hace falta dinero y ganarse el favor de las comunidades autónomas.

Bajemos al detalle. O a las cloacas. He aquí las cartas de financiación: malversación de fondos, cuentas en Suiza, tráfico de influencias (ilegales), recalificación de terrenos, donativos, crédito bancario (legales). Con las cartas de financiación suficientes, podrán jugarse las cartas de actividades de popularidad, que ellos dividen en «tipo intriga» (rumores, montajes, soborno de un tránsfuga, filtraciones de documentos, huelgas generales o toma de control de la línea editorial de un medio de comunicación) o «tipo campaña» (inauguración, candidatura olímpica). Cualquier parecido con la realidad no es pura coincidencia. Ni en la justicia se puede confiar: en principio, descubrir una carta «ilegal» en el contrario conlleva su pérdida, pero en D€mocracia también los jueces ser comprados. Y para rizar el rizo, los jueces comprados pueden ser inhabilitados.

El juego funciona por simulación. Si al final de cada ronda dos o más jugadores llegan empatados a popularidad, gana el jugador que mejor haya preparado «su futuro» con alguna de estas cartas: pensión vitalicia, ciclo de conferencias en el extranjero, asesor de empresa privatizada, asesor en una fundación de estudios sociológicos, tertuliano televisivo o contrato editorial. Solo el presidente puede aprobar medidas populistas o una ley de transparencia (que obligue a revelar sus cartas a los rivales), retirar las subvenciones a los medios de un rival o comparecer sin responder a las preguntas de los medios: «Usa esta carta al final de una ronda para evitar dimitir incluso sin tener popularidad», se lee en la propia carta. La carta «y tú más» se explica sola.

Las cartas de desempate: conferencias en el extranjero, pensión vitalicia y asesor en empresa privatizada.

«Lo más divertido es el rol, la gracia que le pones. Y al final, es discutir de política con un tablero de por medio», comenta Carlos. Aunque alguno pensase que aquella charla iría a parar al mismo lugar donde van a parar tantas conversaciones para salvar el mundo, Miguel empezó a escribir un guión casi tan pronto como llegó a su casa, y de ese guión surgieron las reglas y la dinámica del juego. Durante el verano hicieron pruebas, pulieron sus detalles para evitar las partidas eternas, y en octubre presentaron un prototipo «decente» en la feria internacional que se celebró en Córdoba. Desde hace apenas una semana recaudan fondos para su producción a través de Verkami, una plataforma de micromecenazgo. El juego es complejo, con tramas y subtramas, mecánicas paralelas y detalles que decantan el resultado electoral. Como un exabrupto machista que diera un vuelco a las encuestas, aquí un montaje puede dar al traste con una partida controlada.


Fuente: eldiario.es – Autor: Néstor Cenizo

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